La gran relevación de Nicolás González Varela: ¡Nietzsche leía libros!
El autor dedica mucho esfuerzo a demostrar que Nietzsche leía mucho. ¿Por qué? Lo explica al principio de su primer artículo: „Un concepto novísimo, un giro sorprendente, una metáfora imprevista nos hace sospechar que sin aviso previo se está retomando la palabra de otro.“ No hay nada nuevo bajo el sol, según González Varela. Si se tropieza con un pensamiento nuevo, él ya sabe que solamente puede ser robado de otro. (Tengo la sospecha de que eso solamente sucede si un determinado pensamiento no gusta a G.V. Si el pensamiento corresponde a sus estándares, por supuesto estará dentro de una tradición larga y gloriosa.) A parte del dictamen general sobre la carente originalidad de los pensadores, G.V. también emite su juicio sobre sus productos: „La escritura es un velo que hace difuso el razonamiento que se despliega detrás y antes de lo que estamos leyendo.“ Los pensadores escriben sus obras no para esclarecer las cosas, para explicar algo de la realidad – no, lo hacen para esconder sus robos. En la lógica de G.V. la ciencia no existe, es toda pretensión. „Sólo si tenemos la posibilidad de encontrar el texto primordial de la cadena, puede el enigma de las fórmulas huérfanas despejarse y con ello se redibujar“ (¿castellano?) „la imagen total del filósofo.“ Cada filosofía, cada filósofo es un enigma, lo que dice/escribe no tiene sentido, y necesita un erudita, un intérprete que encuentre el hilo de Ariadna para sacar al lector del laberinto de los pensamientos ajenos. Un ángel salvador, como G.V. Esa figura mesiánica, por el servicio esencial que presta al lector, tiene todo derecho de torcer la escritura interpretada por él: Sus afirmaciones tienen más peso que los del filósofo del cual toman posesión. De esa manera los que carecen de inspiración y del deseo de encontrar la verdad, los enanos espirituales, se imponen a los que tenían el duende. Así está preparado el palco, en el cual se puede exhibir a Nietzsche como alguien que predicaba agua y bebía vino, que pretendía leer poco y en verdad leía mucho, y que lo hizo para presentarse como pensador muy original, aunque todo lo que se le adjudica ya había sido pensado y escrito por otros. En el caso de Nietzsche „resulta imposible fácticamente o por la propia dinámica de su Stil, reconstruir la angustia de las influencias.“ ¿Por qué angustia? Porque G.V. define que a Nietzsche le causaba angustia dejarse influir. Nietzsche, según G.V., tenía un problema, no quería confesar sus influencias, su poca originalidad, y siempre tenía miedo a que algún experta fuese a descubrir un día que toda su obra es una copia de escritos de otros. Aunque este acomplejado hizo todo para borrar las huellas, no contó con las capacidades de G.V. que viene más que un siglo después, y reconstruye su biblioteca con la ayuda de una agente que ya trabajaba para él al lado del filósofo: „Nadie más adecuado, para esta reconstrucción de la biblioteca imaginaria personal, que el filósofo Nietzsche. No tanto por su estilo antiacadémico premeditado“ – ¡premeditado! – el representante del Santo Oficio ya empieza reunir indicios contra el reo para el Auto da Fe – „que cita muchos autores y pocas obras“, – ¿el estilo académico sería citar pocos autores y muchas obras? „sino por la obra filial de su hermana.“ „En Nietzsche sucede muy fácilmente, gracias a sus constantes autointerpretaciones de su propia vida y obra, que tengamos la impresión que en realidad leía poco o nada al final de su vida.“ Aquí se ve como se manipula con la lengua, o, para ser más exactos, con la gramática: „tengamos“. Así yo, a pesar de mi discrepancia con G.V., me encuentro de repente en la misma barca con él. La verdad es que G.V. quiere que los otros – burriciegos – lectores de Nietzsche tengan esta impresión para que él, siendo el más informado (gracias al registro domiciliar que ha hecho en la casa de Nietzsche), pueda abrirles los ojos. Para G.V. es muy molesto que este chapucero en el campo de la filosofía todavía tiene adherentes. El reto ahora es demostrar que son unos gilipollas que se dejan engañar por las luces de Bengala de Nietzsche, su „aura“: El hecho de que Nietzsche es un filósofo muy fuera de serie (hecho que G.V. niega rotundamente) constituye „parte del aura atrayente y núcleo duro del culto a Nietzsche, el Nietzschéisme, que consiste en considerarlo un adivinador, un visionario, un artista, un santo original e inactual.“ Sus adherentes le hacen un culto, y eso tiene un „núcleo duro“, como los hay en bandas terroristas, o sectas religiosas. ¡Pero G.V., el rompenueces, ya prepara su arsenal para acabar con ese núcleo duro! Todos los méritos que se le atribuyen se deben únicamente a su buen sentido para las relaciones públicas: „Y no hay duda que esta imagen mítica dionisíaca fue alimentada y construida por el mismo Nietzsche.“ Las objeciones que Nietzsche tenía hacia la lectura no son tema para G.V. A él le basta denunciarlas como mentiras, pronunciados por el deseo de hacerse un „enigma“ y crear un „culto“: „Esta constante autocomprensión de sí mismo“ – ¡qué dominio del castellano! No sólo autocomprension, sino además de sí mismo … „que ha servido de canon interpretativo a hagiógrafos y epígonos“ – los adherentes de Nietzsche, aparte de ser hagiógrafos (véase arriba), son además epígonos, no saben más que imitar su ídolo – „no deja lugar al clásico aparato erudito de citas, ni al apéndice bibliográfico“, – quiere decir, Nietzsche renuncia del método de siempre citar grandes pensadores y sus frases en vez de explicar su propia posición. „Cuando confiesa“ – ¡el reo ya está en los calabozos del Santo Oficio! – „lecturas a la luz pública, … su lista es arbitraria“ – qué sería la lista adecuada? Qué criterios tendría que seguir? Las que G.V. daría a sus alumnos para lectura? – „y limitada a obras de ficción“ – que evidentemente no estarían en la lista de G.V. „El resultado es un rizo hermenéutico“ – ??? – sea lo que sea, en todo caso es algo negativo que también entra en el acta – „que refuerza la genialidad y originalidad absoluta de Nietzsche mismo“ – que son una mera invención de sus „epígonos“, por supuesto, – „como contrapartida para sus lectores la incomprensión de su diálogo íntimo con autores y obras.“ Al mismo tiempo G.V. sabe muy bien por qué Nietzsche recomendaba tener cuidado con la lectura: „El hommo bourgeois“ („homo“ se escribe con una „m“) „y el doctus poeta eran símbolos del Büchernarr, el "loco de los libros": un hombre decadente que no quiere ver y actuar en el mundo directamente, sino que depende de las palabras muertas de la página impresa.“ G.V. quiere ahondar el falso antagonismo burgués: Al término de su polémica contra Nietzsche G.V. pronuncia su sentencia final:
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