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del Este: Rumania
Antecedentes históricos: las ambiciones políticas
y económicas de Rumania en tiempo comunista, la deuda externa y
el FMI
Para entender el problema de la deuda externa
de Rumania hay que hacer un breve resumen de la historia más reciente
de este país.
Los políticos rumanos siempre lamentaron el hecho de que Rumania
se había integrado en la economía internacional, lo que
entonces significaba más o menos: europea, como proveedor agrícola
y de materia prima (trigo, madera y petróleo). Este descontento
se manifestó más fuerte con la llegada al poder del Partido
Comunista después de la Segunda Guerra Mundial y resultó
en la intención declarada de fomentar la industria en detrimento
del sector agrario. La misma intención era la base de la política
económica bajo el gobierno de Nicolae Ceauşescu (1965-1989).
Como la política del COMECON (Consejo de Asistencia Económica
Mutua, Organización económica de los estados del antiguo
bloque oriental) destinaba Rumania a la suerte de un país agrario,
los políticos rumanos se dirigieron paso a paso a compañías
occidentales para la importación de maquinaria y a bancos occidentales
para concesiones de crédito para financiar estas importaciones.
En el mismo ritmo se desvincularon más y más del comercio
con los países socialistas a base de intercambio de bienes (comercio
de trueque), subordinándose al sistema de comercio capitalista
donde se paga en divisas.
Para desarrollar su industria de acero, maquinas, coches, (petro)química,
muebles, tejido etcétera el gobierno rumano había
contraído una deuda de casi 10 mil millones de dólares hasta
1980. Los pagos de amortización e intereses se habían elevado
a 800 millones de $ en este mismo año. Eso se debía parcialmente
al hecho de que los tipos de interés internacionales subieron.
Mientras tanto, los ingresos de las exportaciones rumanas decrecieron.
El terremoto de 1977 dañó fuertemente la infraestructura
del país, pero también tuvo un fuerte impacto la caída
del Shah de Persia en 1979, su principal proveedor de petróleo
a base de trueque.
En consecuencia, el petróleo se convirtió en un asunto problemático
para Rumania. Su industria petroquímica estaba basado en fuertes
importaciones de petróleo que desde entonces tenía que pagar
con divisas. Por otra parte, los precios para los productos agrícolas
que Occidente admitía en sus mercados disminuyeron. Enfrentando
problemas de mayor tamaño para satisfacer a sus acreedores, en
1981 el gobierno rumano se dirigió al FMI para un crédito,
que el FMI inicialmente estaba dispuesto a conceder. (Rumania había
sido el primer país del bloque oriental que se hizo miembro del
FMI, en 1972.) Con la crisis polaca del primavera de 1981, sin embargo,
todas las operaciones de crédito con los países del bloque
soviético se revisaron, el FMI se retractó parcialmente
de sus promesas ya firmados y Rumania tenía que pedir una moratoria
con los bancos acreedores. Finalmente, el FMI concedió un crédito
de estabilización, pero con condiciones peores de lo negociado
anteriormente. Y empezó a exigir condiciones de Rumania que del
punto de vista del gobierno rumano constituyeron una grave intromisión
en los asuntos internos del país.
Todo eso afectaba gravemente la situación del país que como
consecuencia de su confianza en las instituciones occidentales había
llegado a ser muy dependiente de importaciones de cualquier tipo, y sin
divisas de repente se vio afectado gravemente, tanto en el campo de la
alimentación como en el campo de la producción.
De todo eso los dirigentes rumanos sacaron la conclusión que todo
el sistema de crédito occidental era una trampa en la que habían
caído y de la que había que escapar lo más pronto
posible. Decidieron que había que ahorrar en todas las esferas
de la vida de sus súbditos para pagar la deuda externa. Hasta 1988
la tenían reducida a menos de 5 mil millones de $. En 1988 el gobierno
rumano consiguió que Irán y Libia les pagaran sus deudas
en forma de petróleo que Rumania vendió en el mercado mundial.
Mientras tanto, las importaciones de los países occidentales prácticamente
se acabaron. Con este gran esfuerzo finalmente lograron su propósito:
En la primavera de 1989 declararon que Rumania se había quedado
sin deudas.
El pato lo pagaron, como suele ocurrir, los habitantes de Rumania. Padecían
malnutrición, porque la agricultura ya antes había sufrido
desatención, carecía de mano de obra, maquinaria y fondos;
además una parte de la producción agraria iba a la exportación.
Además, se exportaron electricidad y el ya escaso petróleo,
y como consecuencia, la gente padecía frío y apagones.
Cuando los rumanos no aguantaron más se levantaron y acabaron con
Ceauşescu y su camarilla. Solo que con un cambio de las figuras no se
alcanza mucho, si persiste el sistema de estado, de gobierno, de dinero
etcétera.
El primer gobierno poscomunista, el del Frente de Salvación Nacional
del ex-comunista Iliescu, concedía pasaportes y la libertad de
viajar, y también permitió el comercio particular. Así
el estado rumano renunciaba a su monopolio del comercio exterior. Eso,
la escasez de productos básicos y el descenso fuerte de las exportaciones
llevó a un aumento rápido del déficit comercial con
el extranjero, que a finales de 1990 alcanzó 1,2 mil millones de
$. La deuda externa se elevó a 7 mil millones de $ hasta 1996,
hoy está en 29,47 mil millones de $, y sigue creciendo.
En ese contexto hay que mencionar la compañía “Caritas” que funcionaba en la ciudad transilvana de Cluj entre 1992 y 1994 como
un esquema de pirámide y, según dicen, había movido
más dinero que el entonces en circulación en Rumania. La
compañía quebró en 1994, su jefe, Ion Stoica, pasó
un rato en la cárcel, pero hace tiempo ya está en libertad.
Se mantienen rumores de que el gobierno de Ion Iliescu se habría
servido de una u otra manera de Stoica para emitir cantidades no registradas
de dinero y así burlarse de las instituciones financieras internacionales.
A ver: Que tiene el país que ofrecer
al capital internacional para equilibrar su balance de pagos, y como puede
abastecer su economía nacional?
La minería
Rumania tradicionalmente tiene muchos recursos
minerales que en su tiempo han sido la base de la riqueza de los estados
que precedieron la Rumania moderna, sobre todo de Transilvania. La constitución
rumana de 1991 define las riquezas del subsuelo como propiedad exclusivamente
publica, así prácticamente excluyendo los trabajadores y
vecinos de yacimientos de cualquier participación en el proceso
de decisión sobre abrir o cerrar minas. Y Rumania, en su esfuerzo
para atraer inversiones, ofrece condiciones favorables en cuanto a la
casi no existente protección del medio ambiente y de los trabajadores
que quizás no se encuentren en ningún otro país europeo,
sino solo en la India u otros países de la lejana periferia.
De los tradicionales productos de minería Rumania también
tiene yacimientos de gas natural, de cobre, de sal y de hierro
los tres mencionados a continuación han tenido importancia recientemente.
1. El carbón
La crisis del sector productivo en Rumania se debía
ante todo a la escasez de energía. Al problema ya mencionado del
petróleo se añadía el problema con una materia prima
un poquito fuera de moda en el mundo capitalista: El carbón.
Con la obsesión de la autarquía y, en consecuencia, la ambición
de reducir cualquier importación, sea de países capitalistas
o socialistas, el gobierno rumano había forzado la explotación
de carbón de piedra y lignito, y basado una buena parte de la generación
de electricidad en eso. La mayoría de este carbón se extraía
en el Valle de Jiu, alrededor de las ciudades mineras de Petroşani, Lupeni,
Petrila, y otras. En tiempo de Ceauşescu esta zona y su producción
tenía una importancia clave para la economía rumana. Había
ya protestas violentas y huelgas en 1977, que se reprimieren con toda
fuerza. Después de huelgas en 1985 toda la zona del Valle de Jiu
se puso bajo ley marcial. Además el régimen introducía
agentes de la Securitate, el infame servicio secreto rumano, entre los
mineros, para asegurarse de su obediencia futura.
Las condiciones de trabajo allí siempre eran pésimas, pero
la gente recibía algo de compensación salarial. Lo mas importante
era: Había trabajo y se necesitaba el producto.
Con el cambio de sistema en Rumania de repente esta fuente de energía
tenía que competir con los precios de energía en el mercado
mundial y resultaba demasiado caro. Es que el carbón en las minas
del Valle de Jiu no tiene muy buena calidad y está a niveles bastante
profundos. El FMI, gracias a la deuda externa de nuevo crecida
de Rumania, tenía su papel para decidir sobre la economía
de Rumania. La producción del carbón rumano se consideraba
demasiado cara en comparición con los precios mundiales de energía.
Los mineros del Valle de Jiu con las medidas tomadas en los tiempos comunistas
se convirtieron en una masa muy manipulable por el gobierno. El primer
gobierno poscomunista de Ion Iliescu, compuesto de ex-comunistas cambiados,
se sirvió de los mineros del Valle de Jiu para sus fines. Cuatro
veces en 1990 y en 1991 los llamaron a Bucarest para derrotar a la oposición.
Les daban alcohol mezclado con drogas, les aseguraron que debían
defender la patria contra enemigos (intelectuales), y los trasladaron
a Bucarest, donde sembraron el terror con hachas y herramientas semejantes,
golpeando estudiantes y otros manifestantes desarmados. Las “mineriadas” de 1990, 1991 y las frustradas de 1999 se saldaron con entre 15 y 100
muertos y miles de heridos. No existen cifras oficiales.
Con estas mineriadas los rumanos empezaron a sentir un odio general contra
esos mineros del valle de Jiu. Así nadie protestaba cuando el primero
gobierno no-comunista del presidente Constantinescu bajo la presión
del FMI, pero también por consideraciones nacionales empezó
a cerrar estas minas. Entre 1997 y 1999 se despidieron mas de 15.000 mineros,
hasta hoy más o menos el doble. En esa región casi no hay
otra posibilidad de encontrar trabajo. Desde 1999 la población
del valle se ha reducido de 173.000 a 146.000. No se fueron todavía
más porque no hay adonde ir. La idea que promocionó el gobierno:
que los mineros despedidos tengan que regresar al campo y subsistir del
cultivo de la tierra es un poquito ingenua dado los números de
despedidos: En todo Rumania fueron despedidos 90.000 mineros entre 1997
y 2000, de una cantidad total de 175,000 empleos.
Las protestas de los mineros, una vez perdida su base política,
eran desesperados. Había huelgas de hambre y gente que se inmolaba
en lugares públicos todo eso sin ningún eco en la
prensa internacional. Muy pocas minas trabajan todavía, se produce
poco carbón. Mucha gente está en el paro, bajo el umbral
oficial de la pobreza. La reestructuración” de la zona
casi no existe: turistas no van a una zona minera y llena de edificios
feos y malos, con pobreza visible y mendigos en las calles. Hay pocas
compañías nuevas y emplean muy poca gente. El área
es montañosa y no ofrece posibilidades para la labranza, además
está contaminada por décadas de explotación sin tener
en cuenta las consecuencias, muy típica en todos los países
comunistas.
El carbón que ya no se produce se tiene que importar o reemplazar
por otros productos energéticos, lo que tiene un efecto negativo
para la balanza de pagos de Rumania. Este efecto solamente queda mitigado
pro el hecho de que ha disminuido el consumido industrial como consecuencia
del cierre masivo de las plantas industriales.
2. El oro
Rumania tiene los yacimientos de oro mas grandes de Europa. La tecnología
de explotación, sin embargo, en 1989 estaba anticuada y carecía
de recursos. Por eso los gobiernos rumanos se han esforzados por atraer
inversores que tienen el capital suficiente para la minería de
oro.
El problema mayor en la minería de oro es la separación
del oro puro de la mena. Este proceso siempre ha sido caro y malo para
la salud de los trabajadores y para el medio ambiente. Durante siglos
se utilizaba ante todo el mercurio. Hoy prevalece el uso de cianuro, en
conexión con zinc y acido de azufre.
En enero de 2000, debido a fuertes lluvias y la completa ausencia de controles
legalmente obligatorios se rompió el dique de un deposito de fango
mineral contaminado de cianuro y otras sustancias químicas cerca
de la ciudad norteña de Baia Mare. Los desechos químicos
causaron una contaminación desastrosa del río Tisa, pasando
al Danubio, y resultaron en la muerte de miles de toneladas de peces en
estos ríos, causando graves daños en Hungría y Servia.
En relación con este accidente se podía ver cómo
Rumania procede en la concesión y gestión de la minería
del oro: Concede una concesión a una empresa transnacional en forma
de empresa mixta, a cambio de una participación fijada en porcentaje
de la explotación y de los beneficios. La compañía
transnacional invierte y gestiona las obras de explotación. Casi
no hay controles. Las que tendría que haber según las leyes
se evitan con sobornos. La explotación se hace preferiblemente
a cielo abierto que es lo mas económico y tiene efectos negativos
para el medio ambiente y la gente viviendo al alrededor. La separación
del oro se efectúa en pilas, también a cielo abierto. Cerca
de las minas hay vaciaderos minerales, naturalmente también fuertemente
contaminados por la química empleada en el proceso de separación,
donde los pobres harapientos de la zona, en su mayoría de etnia
gitana, buscan restos de oro desde el abuelo hasta niños
de 7 años.
La demanda legal de Hungría por los daños causados hasta
hoy no ha alcanzado ningún resultado, porque la compañía
Aurul” (oro” en rumano) ya tiene una construcción
de compañías de testaferros y subcompañías
que hace casi imposible procesarla por daños causados parecido
al caso del Prestige” en España.
En 1999, es decir, ya antes de este accidente, el gobierno rumano
bajo el primer presidente sin antecedentes comunistas, Emil Constantinescu
concedió una concesión de explotación de oro
a la compañía canadiense Gabriel Ressources”,
que como empresa mixta canado-rumana firma bajo el nombre Roşia
Montană Gold Corporation”. El estado rumano tiene el 19% de la compañía.
Esta empresa quiere hacer allí la mina de oro mas grande de Europa.
Quieren destruir la población de Roşia Montană, una población
muy antigua donde la gente siempre se ha dedicada a la minería
de oro. Sólo que hasta la llegada del comunismo las minas eran
propiedad familiar que en tiempos comunistas se expropió y nacionalizó.
No hubo restitución, porque los yacimientos del subsuelo no se
restituyen. Los descendentes de los antiguos propietarios se ven excluidos
de cualquier decisión sobre su entorno y su futuro.
La compañía Gold” como se llama brevemente en
Roşia Montană, está esforzándose en convencer a los vecinos
de vender sus casas y marcharse. Quiere hacer una gigantesca explotación
bajo cielo abierto, y con muchas pilas de cianuro, destruyendo completamente
las tradiciones de la zona, entre las que hay también minas del
tiempo de los romanos, pero también edificios medievales, y de
los siglos 17. a 19. Hay una fuerte resistencia en el pueblo de
mayoría rumana y minoría húngara. Entre los mas fuertes
enemigos del proyecto de desalojamiento se encuentran los curas ortodoxos:
no quieren renunciar a sus iglesias y ante todo a sus cementerios. El
traslado de muertos se considera un pecado grave en la ortodoxia
cosa que se hace sólo en casos de guerra y otras grandes catástrofes.
Pero también en el mundo secular hay numerosas tragedias: La Gold” con su dinero convence a los jóvenes a vender sus casas sin el
consentimiento de los padres. Estos se ven obligados un día a marcharse
sin quererlo. Las generaciones se enfrentan por la política de
la Gold”. La base legal de estos procedimientos es dudosa,
pero la gente de Roşia Montană es pobre y no tiene recursos para irse
a los juzgados.
El impacto medioambiental en esta zona también preocupe la vecina
Hungría, ya castigada por el daño de Baia Mare. La UE naturalmente
es cómplice del procedimiento de compañías como la
Gold”: Sus expertos reconocen el derecho de cada gobierno a
decidir sobre su economía bajo los lemas capitalistas. El
derecho de explotación bajo cielo abierto es reconocido por las
reglas de la UE. Los intereses de la gente que vive allí no tienen
importancia ninguna.
3. El petróleo
Rumania, se dice, era el primer país del mundo donde se extraía
petróleo del subsuelo, en 1857. Además del petróleo
del mar del Norte Rumania tiene los yacimientos mas grandes de Europa.
En el siglo 19. se explotaba con capital americano y holandés. Los
yacimientos estaban y están cerca de la ciudad de Ploeşti y en
el valle del río Prahova. Ya en la Primera Guerra Mundial el ejercito
alemán dependía de petróleo rumano. Después
de la guerra el capital alemán tenía que marcharse de la
industria petrolera rumana (era una condición que formaba parte
del tratado de paz de Versailles). En la Segunda Guerra Mundial los alemanes
hicieron todo para incorporar Rumania a su sistema de aliados, ante todo
por el petróleo que era imprescindible para la maquinaria de la
guerra.
En la Rumania comunista se nacionalizó la industria de petróleo.
Con la industrialización forzada del país el petróleo
recibió un papel clave: No sólo constituía la base
energética para las gigantescas plantas de industria primaria,
de acero, cemento, electrotécnica y maquinas, sino también
para una gran industria petroquímica. La demanda rebasaba la producción
nacional y Rumania importaba petróleo, ante todo de Irán.
Con la caída del régimen del Shah empezó una crisis
energética que afectaba ante todo el consumo particular. Mientras
las fabricas recibían energía para continuar la producción
y hasta se exportaba petróleo para divisas, los radiadores en los
apartamientos rumanos se quedaron fríos, no había gasolina
en las gasolineras y el transporte publico se reducía.
Después de 1989 la producción de petróleo rumano
decrecía. (Sin embargo, hay que decir que sobre la producción
de petróleo entre 1990 y 2000 no existen datos fiables.) Eso se
debía a varios factores: La demanda de la industria disminuía,
el equipo era anticuado, y tal vez las reservas también se agotaron.
Pero ya a finales de los años 80 Rumania empezó a abrir
una nueva explotación en el Mar Negro que llevó a una confrontación
con Ucrania porque la cuestión de los yacimientos marítimos
toca el asunto de las fronteras marítimas y el asunto de la Isla
de Serpientes que llegó a formar parte de Ucrania sin verdadera
base legal. Desde 1996 allí también se produce crudo. En
1998 la compañía estatal Petrom empezó a expandir
a Kazajstán e invertir en la explotación de crudo en este
país.
En 2004 la compañía austriaca OMV compró el 51% de
Petrom que tiene el monopolio de extracción de crudo en Rumania.
Desde entonces el precio de la gasolina ha alcanzado el nivel internacional
mientras los salarios rumanos son entre un quinto y un quindécimo
de los austriacos. Es posible, sin embargo, que este aumento del precio
de la gasolina se deba también a la subida de impuestos exigida
por el FMI y se use la excusa de la venta a OMV para este drástico
aumento del precio. No hay información sobre los efectos sobre
el empleo.
La Petrom ya ha incorporada compañías de la OMV en los países
vecinos y está negociando un oleoducto desde Rusia hacía
Europa a través de territorio rumano. Hace grandes beneficios como
tiene el monopolio nacional de explotación de petróleo.
Aquí se ve muy claro como la entrada de capital internacional ha tenido un efecto
malo para el consumidor rumano.
La industria
1. La industria pesada
En los años que siguieron la Segunda Guerra Mundial en los países
de la órbita soviética se impuso la política estalinista
de autarquía. Eso significaba que el desarrollo de la industria
pesada tenía importancia primordial.
El modelo estalinista iba en contra de los esquemas de reproducción
desarrollados en el segundo tomo del libro “El Capital”. Allí
Marx demuestra que el desarrollo de la industria en los países
capitalistas primero se efectúa con la industria ligera que produce
bienes de consumo cotidiano, como alimentos, ropa y otros productos de
consumo casero. Solo para generar maquinaria para la industria ligera
nace la industria pesada y crece la demanda para materias primas.
Los efectos negativos de esta política de fomentar la industria
pesada la vivieron los ciudadanos soviéticos de los años
20 hasta los 60: iban en trapos, vivían en infraviviendas y se
alimentaban de manera deficiente. El país que más tarde
reproducía este tipo desequilibrado de desarrollo económico
de una manera muy aguda era Rumania. Cuando en los años 50 bajo
Jrushchov se creó el sistema de especialización nacional
(dentro del COMECON), y a Rumania se destinó el papel de productor agrícola,
el gobierno del entonces "conducator" (= líder) Gheorghiu-Dej
se negó y se excluyó del comercio de truque del COMECON
y continuó su política de desarrollo industrial. Bajo Ceauşescu
se siguió esta política económica. Se firmaron contratos
a base de trueque con países del tercer mundo, para el importe
de hierro, petróleo y otras materias primas. Se levantaron gigantescas
plantas para la producción de acero y de petroquímica. Se
contrajeron grandes deudas con el extranjero capitalista EE UU
y países europeos para importar maquinaria y tecnología.
Después de la revolución de 1989 todo cambió. Rumania
perdió sus mercados en el Bloque del Este y en el Tercer Mundo.
La industria pesada se quedó sin recursos. Mittal Steel compró
las grandes plantas de acero y las cerró. Para cumplir con el contrato
mantiene una producción ridícula de unos cien empleados.
Con estas adquisiciones compró el mercado rumano y sigue abasteciéndolo
con importaciones de sus plantas en todo el mundo.
Yo vi las consecuencias de esta política con mis propios ojos:
entrando en la ciudad transilvana de Hunedoara uno se siente como entrando
en la “zona” de la película “Stalker” de Tarkovski.
Se puede contemplar un paisaje de la Luna, lleno de escoriales y ruinas
industriales. La ciudad de Hunedoara en gran parte está compuesta
de bloques de viviendas de 10 a 12 plantas. Según fuentes oficiales
tiene 86.000 habitantes de que vive toda esta gente?
Algo parecido pasa al espectador con la ciudad de Galaţi, en la orilla
del Danubio: se entra a través de un paisaje de ruinas de una extensa
planta de acero cerrada (el hierro o mineral de hierro en tiempos comunistas
llegó en buques por el Danubio). A su lado están unas chimeneas
también gigantescas de unas centrales eléctricas, todavía
funcionando y supuestamente trabajando con carbón, que emiten un
polvo marrón-rojizo que cubre todo el alrededor y vela el sol.
En la lenguaje del FMI y parecidas instituciones económicas estas
condiciones se llaman “reducción de sobrecapacidades” y “medidas de reestructuración que todavía no han tenido
el deseado efecto”.
Otra industria importante era la de fabricación
de coches.
2. La industria del automóvil
En la época comunista Rumania producía dos tipos de turismos:
el Dacia en cooperación con Renault, a gran escala desde
1969, cerca de la ciudad de Piteşti, y el Oltcit una cooperación
con Citroën, desde 1976, en la ciudad de Craiova. Producía
un todoterreno, el ARO, en la ciudad de Campulung, y camiones en Braşov
y Roman. Había una producción de autobuses en Bucarest.
La más importante de todos era la del Dacia, de la que se abastecía
el mercado rumano, y también se exportaba a países aliados:
a los países del antiguo Bloque del Este, y a Siria y Argelia.
En la fábrica tenían dos cintas continuas: una para la venta
en Rumania, otra para la exportación. De la ultima salían
los mejores coches. La producción continuó sin licencia
de Renault en los años 80 y 90. En 1999 Renault compró la
planta.
La fábrica de Oltcit nunca tuvo gran éxito. Debido a fricciones
entre el gobierno rumano y la Citroën, y la crisis general en Rumania
en los años 80 nunca alcanzaron las cantidades planificadas de
producción. En 1994 la compañía surcoreana Daewoo
compró las facilidades en Craiova. La cosa iba mal. Los coches
que fabricaba Daewoo eran demasiado caros para las carteras rumanas. Una
gran parte de los coches no se vendía y se quedaba parada en los
campos de la planta. Para colmo, la crisis del sureste asiático
causó la bancarrota de Daewoo. La compañía GM compró
a Daewoo en 2002, pero sin sus pertenencias en Rumania. La compañía
en Craiova se quedó en un agujero legal. Nadie la quería,
pero seguía siendo propiedad de Daewoo. Durante un tiempo no se
pagaron los salarios de los trabajadores. Las facilidades en Craiova ya
no funcionan. Pero Daewoo/GM con esta inversión también
ha comprado el mercado rumano. Aunque ya no dan empleo, pueden importar
sus coches desde otras plantas de la región centro-europea bajo
condiciones favorables en cuanto a impuestos y aduana.
El gobierno rumano vendió el 68,7% de la fábrica de ARO
un todoterreno muy simple, pero muy fiable, aceptado en muchos
países del antiguo Bloque del Este y del Tercer Mundo en
2003 por el precio ridículo de 180.000 dólares. La única
intención de la compañía estadounidense "Cross
Lander" era comprar la marca para el mercado (sur)americano, desmontó
todas las maquinas y cerró la fábrica que se fue a la bancarrota
en 2006. Todavía persiste una demanda legal por parte de Rumania
contra la compañía.
Sobre la producción de camiones y autobuses no hay datos fiables.
Parece que todavía se producen camiones en Braşov y Roman en cuantidades
no significativas.
Con los 12.500 trabajadores que emplea Dacia en Piteşti hoy se produce
el Dacia/Renault Logan, pero aparte del coche en sí de allí
también se exportan carrocerías a muchos otros países
de la región, y hasta a países occidentales. Piteşti se
ha convertido en la planta central de Renault para el abastecimiento de
los países poscomunistas. Constituye un factor importante para
la balance de pagos de Rumania. Sin embargo, cuando Renault compró
la fábrica y la marca, exigió la misma exención fiscal
que había sido concedida a Daewoo en 1994. Esta reivindicación
causó la indignación del FMI que siempre está presionando
al gobierno rumano para subir los impuestos y así aumentar sus
ingresos internos. Pero al final Renault ganó, y así durante
varios años sólo tiene que pagar impuestos muy bajos, casi
ridículos.
Desde los años 80 la industria del automóvil se ha revolucionado
en todo el mundo. Solo la carrocería se produce en la planta central,
todo lo demás en fabricas proveedores y plantas especializadas,
por ejemplo, en motores. El ensamblaje se efectúa en la planta
central y en otras plantas de tipo „maquiladora“.
Así muchas partes del Dacia también provienen de fabricas/talleres
proveedores. Se estima que hoy en día 90.000 personas trabajan
en la industria del automóvil rumana, muchos de ellos en pequeñas
compañías y para un sueldo miserable.
Hablando del sueldo: Los trabajadores de Dacia/Piteşti ganan un promedio
de € 360 mensuales. A diferencia de las fábricas de Europa
occidental no se emplean robots, porque con estos salarios bajos es más
económico emplear fuerza manual. Si los sueldos rumanos un día
alcanzarían un nivel más cercano al promedio de España,
por ejemplo entonces Renault tal vez cierre la fabrica en Pitesti
y se vaya a un país con sueldos más bajos, algo que siempre
se puede encontrar en estas zonas de dumping” salarial. Mientras
tanto, la multinacional naturalmente sigue interesada en mantener los
sueldos rumanos bajos.
Lo que se ha formado como producción industrial desde 1989 (además
de los sectores mencionados también existe producción de
tejidos y ropas, plásticos, muebles y madera, cerámica,
y un largo etcétera de poca importancia) no puede absorber la mano
de obra despedida de las industrias anteriores.
Había planes a finales de los 90 de hacer regresar al campo a los
parados, con unos duros de incentivo. Esos planes más o menos fracasaron,
entre otras cosas debido a las condiciones en el campo rumano.
La agricultura
El campo siempre era un hijo poco querido
por los políticos comunistas. Tenía que abastecer el mercado
de alimentos con sus productos y el mercado laboral con su mano de obra.
Entre los años 50 y los años 80, en el tiempo de la industrialización
forzada millones de campesinos se convirtieron en obreros en las ciudades,
desangrando así el campo y la producción agrícola.
Entre los años 49 y 62 se colectivizó la agricultura, siguiendo
el modelo soviético. Pero la agricultura no recibía recursos
significativos, todo el esfuerzo nacional seguía destinándose
al fomento de la industria. En grandes partes de Rumania se puede contemplar
hasta hoy a la gente trabajando el campo con layas y picos, o cortando
la hierba con guadañas. Para arar y para el transporte de las cosechas,
la leña o materiales de construcción se emplea la fuerza
animal: Son frecuentes los carros de caballos en las carreteras rumanas,
y a veces se ven hasta carros de bueyes. Han aparecido tractores, pero
todavía no gozan de gran popularidad, porque además de ser
caros en la compra es caro el combustible para hacerlos funcionar. La
única ventaja que tiene el tractor frente al animal es que no come
mientras no trabaja.
Después de 1989 se disolvieron las cooperativas y a partir de 1991
se devolvieron las tierras particulares a los aldeanos. Pero mucha gente
que había trabajado por décadas en la cooperativa, recibiendo
ordenes, ordeñando las vacas, dándoles piensos (si había)
recibidos de otras unidades agrarias, o trabajando con el único
tractor en la aldea muchas veces esta gente ya no sabía
como labrar de manera individual, y manual. Tenían que aprenderlo
de nuevo de los viejos que todavía habían mantenido sus
costumbres, y todo eso sin recursos propios.
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Debido a la manera artesanal de producción
y elaboración de los productos agrarios y las dificultades de transporte,
los alimentos son bastante caros en comparición con los sueldos
rumanos, por eso la gente tiene que destinar una gran parte de sus ingresos
a la comida. Así constituye un cierto problema vestirse y renovar
y amueblar la casa, ni hablar de objetos de recreo: libros, artículos
de deporte, videos etcétera se consideran un lujo en Rumania y
muchas veces llegan a la casa con un emigrante laboral que lo trae como
regalo.
Los alimentos, es verdad, son al 100% biológicos, pero no bastan:
A pesar de tener tierras muy idóneas para la producción
de trigo y maíz, y una larga tradición de ganadería,
basada en el pastoreo, Rumania en 2001 importaba mas que el doble de su
exportación de productos agrícolas.
La agricultura rumana, con su preponderancia de minifundios y su carencia
de recursos, no podía absorber las grandes masas de despedidos
de la industria, ni puede abastecer el país con productos alimentarios,
pero ni siquiera es capaz de alimentar a los propios campesinos: En muchas
casas en el campo es la mujer que mantiene la casa, el huerto, la pequeña
economía y la familia: los hombres, careciendo de perspectiva adecuada
para el futuro se dedican al alcohol, o han emigrado en busca de trabajo
que les permite comprar más tierras, unas vacas, o hacer una reparación
general del techo, es decir, establecer una base para la supervivencia
en su propia tierra.
Con la integración en la UE la cosa va de mal en peor: El mercado
rumano se ve inundado de productos baratos y de calidad inferior, de los
países de la UE. El consumidor pierde, porque se alimenta peor,
aunque más barato, y el productor ya no puede vender sus productos
a un precio que le haga posible su existencia.
La infraestructura
1. Las carreteras y calles
Rumania no tiene autopistas. Existen trozos muy cortos que pretenden ser
autopistas cerca de Bucarest, pero no tienen significado para la red de
comunicaciones del país.
De las carreteras que cruzan el país muchas no merecen esta denominación
en su significado habitual. El asfalto está deshecho, el frío
y la lluvia han dejado agujero tras agujero. Con turismos normales se
puede circular con no más de 20-25 kilómetros por hora en
estas carreteras. Muchas otras, sin embargo, nunca han visto asfalto,
son de gravilla o de tierra y piedras. Las inundaciones frecuentes causan
aludes que destruyen todavía más las carreteras. Rumania
ha recibido muchos créditos de la UE, el Banco Mundial y el FMI
para mejorar su red vial, pero caen en saco roto. Aunque se hacen obras
continuamente en todo el país sólo se consigue el mantenimiento
de unas carreteras principales para los camiones que transportan las mercancías
de consumo a Bucarest, Sibiu, Cluj, Iasi y otros grandes centros, y se
exportan las mercancías elaboradas con la mano de obra barata rumana
hacía Europa Central. El campo sigue siendo aislado respecto a
la red vial.
Mientras en estas carreteras siguen circulando carros de caballo o de
buey, y todavía muchísimos viejos Dacias, en los últimos
años han aparecido los todoterrenos modernos de los nuevos ricos
y las compañías extranjeras que circulan con gran velocidad
y sin precaución, deteriorando así la seguridad vial.
Un informe en Internet avisa a los extranjeros que es muy peligroso caminar
de noche en Bucarest: no tanto por asaltantes, sino por los frecuentes
daños y agujeros de la acera y la calle, y los perros vagabundos
y hambrientos.
2. El ferrocarril
Rumania tiene una red de ferrocarriles muy antigua y completa, pero también
muy anticuada. Hay muchas líneas de vía estrecha, o de solo
un carril. Solo un tercio de la red está electrificada, en el resto
se emplean locomotoras de gasóleo, en casos aislados todavía
de carbón. Las combinaciones son malas y muchas salas de espera
en las estaciones de tren parecen largos dormitorios. Los trenes a pequeñas
ciudades o aldeas circulan con 35 Km. por hora. La gente, sin embargo,
a menudo utiliza el tren, ya que es la manera más barata de viajar.
Desde 2000 se han efectuado grandes cambios en la modernización
de los trenes. Sucede algo parecido como con las carreteras: Las líneas
principales se equipan con locomotoras y vagones modernos, se mejoran
los raíles y se circula a una velocidad de nivel centroeuropeo,
con precios elevados. Esos trenes sirven para turistas y gente de negocios.
En los trenes que conectan el campo con las ciudades todo sigue como antes:
Para renovarlos habría que subir el precio de los billetes. Entonces
la gente dejaría de usarlos. Así se mantiene el servicio
hasta que algún gerente decide que ya no son rentables. Cada vez
más líneas pequeñas y remotas se cierran.
La Compañía de Ferrocarriles Rumanos (CFR), sin embargo,
disfruta de buenos beneficios, no sólo por las líneas modernas
de pasajeros, sino también por el transporte de mercancías.
En este aspecto son los beneficiadores de la mala condición de
las carreteras.
3. El suministro energético
Rumania produce mucha energía, de carbón, de gas natural,
hidroeléctrica ante todo en la gran presa de la Puerta de
Hierro en el Danubio que explota junto con Servia , y el 10 por
ciento proviene de una planta nuclear en Cernavoda. Como se ha invertido
casi nada en la red de suministro desde 1989 el gobierno hace todo para
atraer inversores extranjeros que a su vez inviertan en la mejora de la
estructura nacional. Aquí, sin embargo, crece un antagonismo entre
la intención de estos inversores en hacer beneficios y el estado
actual de las redes de distribución.
El inversor calcula que la gente necesita su energía y por eso
puede cobrar lo que le da la gana. Pero en las tuberías envejecidas
y los cables con aislamiento deficiente se pierde mucha energía,
y así con el curso de los años han ido creciendo deudas
de las compañías de abastecimiento con las compañías
de producción eléctrica. Estas deudas se venden a las compañías
extranjeras como activos en la balanza de pagos. Solo que nadie está
preparado para pagar estas deudas. No pertenecen a nadie. La autora de
este articulo ha sido testigo de como en una ciudad rumana la compañía
E.ON cerró el suministro de agua caliente a varias manzanas de
5 pisos en unos barrios, para chantajear el pago de estas deudas. Como
nadie era responsable de ellos, la gente que paga un precio bastantemente
elevado para su agua, además tiene contadores montados en sus respectivos
pisos, uno para agua fría, otro para agua caliente no recibía
agua caliente durante un mes. Hasta que E.ON abrió el grifo de
nuevo, continuando las negociaciones hasta el próximo cierre, muy
previsible en estas condiciones.
4. Las alcantarillas y el suministro de
agua
Muchas aldeas de Rumania no tienen una red de suministro de agua, sino
que se sirven de pozos. Tampoco es común en el campo tener alcantarillado,
sólo hay pozos negros.
En las comunidades más grandes donde existe alcantarillado y una
red de agua potable la tubería está en malas condiciones,
lo que resulta en grandes pérdidas entre el tanque central de agua
y los consumidores. Compañías privadas han obtenido concesiones
para la gestión del agua en varios municipios y más contratos
de este tipo todavía están por cerrar. Con la instalación
de contadores de agua en los hogares, no obstante, el gasto de agua se
ha reducido casi a la mitad, lo que a veces causa problemas en las plantas
depuradoras que habían sido construidas para una capacidad más
grande. El consumo reducido también desbarata las calculaciones
de las compañías privadas que se basaron en el consumo anterior.
En los lugares sin red donde quieren introducir conductos de agua potable
y aguas residuales los vecinos vacilan. Claro, sería más
cómodo abrir el grifo, y entienden también que una red de
alcantarillado y una planta depuradora sirve al medio ambiente y a las
futuras generaciones. Pero el agua del pozo es gratuito, mientras con
agua de tubería están a la merced de una compañía
privada con pretensiones de lucro.
Rumania es un campo extenso para experimentar con la privatización
de la infraestructura. La brecha entre el nivel de países como
Alemania o España por un lado, Rumania por el otro es muy grande.
Como la UE y el FMI consideran una infraestructura desarrollada como condición
imprescindible para el crecimiento económico, se pueden obtener
fácilmente créditos para inversiones en infraestructura.
Los bancos de fomento de la exportación también apoyan sus
empresas nacionales con créditos. Entre las compañías
especializadas en tecnología de medio ambiente e infraestructura
sigue habiendo gran entusiasmo respecto a inversiones en Rumania.
Sólo que todo eso tiene su precio. El nivel de vida a que estamos
acostumbrados en Europa Occidental respecto al agua, teléfono,
electricidad o banda ancha está basado en salarios bastante más
elevados que los de Rumania. De salarios más altos y capitales
grandes se pueden cobrar impuestos más altos. Las arcas publicas,
sean municipales o provinciales, son bien llenas en comparición
con las de Rumania.
Así que este país con un promedio salarial de 180 Euros
por mes se enfrenta a la amenaza de precios desarrollados”.
Ya se considera un lujo para muchos rumanos, especialmente jubilados o
familias numerosas, tomar un baño caliente o calentar su casa en
invierno. Y las cosas sólo están empezando.
El mercado laboral y los sindicatos
En Rumania ha habido despidos masivos desde que cayera
el comunismo. No se debe olvidar que en el sistema comunista no estaba
previsto el despido. No existían indemnizaciones, o garantías
de empleo. Cómo las arcas estatales estaban vacías en los
años 90 tampoco se introdujeron estas medidas. No había
ningún manual de derechos laborales. A la gente se les echaba a
la calle, y ya está. Así, cientos de miles, hasta millones
de obreros se quedaron sin recursos de un día para otro. Además,
los que tienen trabajo experimentan a menudo que no se puede vivir de
los salarios rumanos.
El único remedio era y es la emigración. En los años
90 tenia formas a veces desesperadas y trágicas. Muchos rumanos
se fueron a Israel para reemplazar a los árabes que ya no podían
acceder a su puesto de trabajo por el cierre de las fronteras internas.
Los rumanos pagaban comisiones a intermediarios para obtener trabajo en
Israel, ante todo en la construcción. Después de obtenerlo
varios de ellos cayeron víctimas de atentados palestinos. El embajador
rumano en Israel durante un tiempo tenía como tarea principal sellar
ataúdes.
Hasta que la UE en 2002 abandonó el visado obligatorio para los
rumanos vigente desde el comienzo de los años 90
los emigrantes tenían que cruzar las fronteras austriacas y alemanas
de forma ilegal. En 1998 la policía de fronteras austriaca literalmente
cazó a un grupo de rumanos, hiriendo uno de ellos con bala y deteniéndolos
no al entrar en Austria, sino intentando salir a Italia.
Se estima que hoy en día entre 2 y 2,5 millones de rumanos trabajan
fuera del país. (Eso serían todavía menos que los
3,3 millones por los que se redujo el numero de empleados a nivel nacional
desde 1989.) El número, no obstante, es de poco fiar. Mucha gente
se registra en casa como residente para tener acceso a la sanidad publica,
aunque trabaja en el extranjero. Además, sin obligación
de visado, es más fácil salir para trabajo temporal.
Lo que es cierto es que muchas empresas extranjeras que han entrado en
Rumania en los últimos años, atraídos, entre otras
cosas, por los bajos salarios, se enfrentan al problema de escasez de
mano de obra. Pero todo tiene remedio: Ya empiezan a contratar gente del
lejano oriente, de China, Vietnam etcétera.
En Rumania hay 5 sindicatos reconocidos como partes negociadoras que entre
ellos reúnen 1,6 millones de trabajadores. Su estrategia es una
mezcla entre su antigua posición como soporte del sistema socialista-estatal
y la ambición de convertirse en una organización respetada
y escuchada por el gobierno y la patronal, igual que UGT o CC. OO. en
España. Si un subsindicato organiza una huelga en una empresa,
la cúpula del sindicato intenta aprovecharse de eso para demostrar
su voluntad de negociar y pacificar los de a pié y así ganar
peso en el ámbito político. Aparte de eso forman alianzas
más cortas o largas con partidos políticos, con el mismo
fin.
Están todavía obsesionados por su anterior posición
como organismos estatales. No tienen ni idea del antagonismo entre capitalistas
y trabajadores. Para ellos hay malos empresarios del extranjero y un gobierno
que tiene que protegerles de ellos, si no cumple con sus deberes. Su principal
negociador sigue siendo el gobierno, para presionar a los empresarios.
El pensamiento revolucionario ni se les ocurre: el comunismo está
desprestigiado por el régimen anterior y no conocen otro concepto
revolucionario.
La política de la UE hacia países como Rumania es muy diferente
de la que se empleaba cuando España entró en la entonces
CE. En los países de antiguo Bloque de Este no ayudaron a instalar
sindicatos nacionales con derecho a negociar salarios, derechos laborales,
medidas de protección etc. La UE quiere que los sindicatos de los
países poscomunistas permanezcan débiles y en desacuerdo.
Repetidamente han presionado a políticos rumanos desde Bruselas
a emplear mano dura contra sindicalistas luchadores o rebeldes.
Por la organización de las mineriadas de 1999 fueron juzgados unos
mineros que todavía cumplen su condena. Cuando el saliente presidente
Iliescu amnistió a uno de ellos en 2004 la UE le hizo revocar esta
decisión al día siguiente.
En 2000 un sindicalista fue asesinado en Iasi porque organizaba protestas
contra la venta de una fábrica de acero a una compañía
checa. El asesinato lo organizaron el ex jefe de la fábrica y el
inversor checo que quería comprarla. Los culpables fueron condenados
en 2005, en ausencia del empresario checo que consiguió
huir.
En 2003 un líder sindicalista fue herido gravemente en un accidente
de coche. Es verdad que la seguridad vial está deteriorándose
en Rumania. Pero también cabe recordar que los accidentes de coche
se usan en los países poscomunistas para deshacerse de la oposición.
Otro problema de los sindicatos es la sangría de mano de obra.
Se están debilitando continuamente por la emigración y el
despido, así convirtiéndose en organizaciones de miembros
fantasma, y parados.
Las minorías
Las minorías siempre eran la parte menos deseada
de la población y por eso desde la creación de la Gran Rumania
se les llamaba etnias convivientes, para subrayar la generosidad
del pueblo rumano de no mandarlos a la mierda, sino permitirles su estancia
en el país.
1. Los gitanos
La minoría más grande quizás es la gitana. No se
sabe exactamente, porque en los tiempos comunistas los gitanos no eran
una minoría reconocida y por eso “gitano” no se incluyó
como etnia en el censo. Y ahora, unos cuantos pogromos más tarde
a nadie le gustaría confesarse como gitano. Su número, sin
embargo, se estima por encima de dos millones.
Los cíngaros rumanos hasta los años 50 del siglo 19 se encontraban
en la esclavitud y se vendían y compraban como ganado. Solo poco
antes de unirse Moldavia y Valaquia, en 1855-56 fueron liberados. Hace
poco que celebraron los 150 aniversario de su liberación.
Durante la II. Guerra Mundial fueron perseguidos y el entones gobierno
rumano (del mariscal” Antonescu) desterró una parte
de ellos a los territorios al otro lado de rió Dniester bajo condiciones
que causaron la muerte rápida de más de 10.000 de ellos,
de hambre y frío.
Los gitanos rumanos son muy fragmentados. Hay quienes se ganan la vida
de una manera más o menos decente como músicos en las bodas,
o como artesanos. Hay quienes se ganaron cierta fortuna con el comercio
y edifican grandes casas con pilares y balcones, los tal llamados “palacios
gitanos”. Pero la mayoría vive en una pobreza extrema, en
infraviviendas al margen de las poblaciones, y hasta en chozas que consisten
de en un agujero en la tierra, cubierto de ramas y chapas de plástico
industrial. Muchos de ellos solían trabajar en la minería
y la metalurgia, oficios cercanos a las tradiciones gitanas de trabajar
el metal, y muy adecuados para gente con poca o ninguna educación
(exigente de fuerza corporal, pero sencillos respecto al quehacer, y malos
para la salud). Una vez despedidos no les quedaba la más mínima
posibilidad de sobrevivir decentemente.
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Infraviviendas gitanas en la aldea de Betesti
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Hay quienes todavía hoy en día viajan por
el país con carros cubiertos, de un lugar al otro. Muchos gitanos
se dedican a la mendicidad o a la prostitución, en el interior
o en el extranjero. De los que cruzan las fronteras rumanas para mendigar
hay dos grupos: los quienes mendigan por cuenta propia para después
construirse una vivienda digna en casa y empezar un negocio o alguna otra
forma de supervivencia, y los que mendigan de forma organizada. Esos últimos
trabajan” bajo un tal llamado Rey de Mendigos” que
los emplea de forma voluntaria o forzada. A veces compra sus súbditos
de padres que venden a sus hijos. Las cuentas de esos padres son estas:
tenemos 10 o 12 niños si vendimos dos, por un tiempo podemos
alimentar a los demás. El Rey” los compra, o contrata
a pobres, cojos o enanos para llevarlos fuera del país. A veces
les hace una amputación de brazo o pierna en un hospital para hacerlos
más aptos para mendigar. A los niños comprados los manda
mendigar y robar bolsillos, o prostituirse en ciudades de Hungría,
Italia o Eslovaquia. Los aloja allí en infraviviendas, ya que ellos
ya están acostumbrados a esta forma de alojamiento. Al final del
día les cobra sus ingresos”. Los Reyes” son
grandes señores, respetados en casa donde se construyen otros palacios
gitanos.
"Palacio gitano" en la ciudad de Huedin |
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Después de la caída del comunismo, entre 1989 y 1994, había
un mogollón de pogromos contra gitanos, en aldeas o barrios de
ciudades. Muchos rumanos interpretaron su nueva libertad de tal forma:
¡por fin liberarse de los elementos no deseados! A los gitanos que
huyeron a otros países, sobre todo a Alemania, no les concedieron
ningún estatus de refugiados, sino tras firmar un contrato
de repatriación los mandaron de vuelta, a veces esposados.
Las perspectivas para los gitanos siguen siendo tristes, tanto en el campo
de la educación, como en la economía y la agricultura.
2. Los húngaros
Grandes territorios de Rumania, como Transylvania, el distrito de Temesvár
y sus alrededores, y la franja fronteriza con Hungría pertenecieron
a la monarquía austro-húngara antes de 1919 y eran poblados
densamente de húngaros. Después del tratado de Trianón
en 1921 que concedió esos territorios definitivamente a Rumania
muchos se marcharon, pero muchos también se quedaron, sobre todo
los agricultores. Su número hoy en Rumania se estima entre 1 y
1,5 millones. Viven en la diáspora en toda la parte ex-austriaca,
además concentrados en dos condados en el centro del país.
Durante la II. Guerra Mundial Italia y Alemania devolvieron una parte
de los territorios “perdidos” a Hungría en la tal llamada
“Segunda Arbitraje de Viena”. Entonces los húngaros,
ante todos los soldados venidos de Hungría, comenzaron a perseguir
y matar a los rumanos en este territorio. Al acabarse la guerra los territorios
volvieron a Rumania y empezó una cierta venganza. Esos sucesos,
naturalmente, no tenían un efecto favorable para la convivencia
de las dos etnias.
Desde entonces, pero agravado por la crisis de los 80, y después
del cambio de sistema, los húngaros frecuentemente tenían
que servir como chivo expiatorio para los males que padece el país.
Cabe destacar que la misma rebelión de Temesvár que acabó
con el régimen de Ceauşescu empezó con una protesta de un
grupo de húngaros manifestándose contra el encarcelamiento
de un cura. Un año más tarde, en 1990 hubo un pogromo contra
los húngaros en la ciudad de Targu Mures que se saldó con
unos cuantos muertos y un montón de heridos. Desde entonces la
relación entre las dos etnias, la mayoritaria y los húngaros,
no carece de cierta tensión. Hay un partido húngaro que
está dentro de la coalición gobernante, y dos en la oposición.
A través de ellos, y también a través de los medios
de comunicación y las iglesias católicas y evangélicas
los políticos de Hungría intentan influir la política
rumana, lo que también añade tensiones.
En Hungría misma esos húngaros de Rumania sirven como mano
de obra barata, sin contrato, sobre todo en la construcción y cuidando
enfermos y ancianos en casa.
3. Los alemanes
De los alemanes de Rumania sus antepasados llegaron a partir del
siglo XII muchos huyeron al termino de la II. Guerra Mundial. De
los que se quedaron muchos fueron deportados a la Unión Soviética,
como trabajadores forzados. En 1978 la Rumania de Ceauşescu firmó
un tratado con Alemania del Oeste según el cual Rumania se comprometió
a dejar emigrar un cierto número de alemanes cada año. A
cambio Alemania pagaba 5000 marcos alemanes por cada alemán-rumano
que salía del país. Alemania en seguida les otorgaba la
ciudadanía. Como consecuencia de este comercio extraño cientos
de miles de alemanes rumanos emprendieron camino hacia Alemania. La mayoría
de los que no consiguieron salir en aquella época se marchó
después de 1989.
Los alemanes, a diferencia de los gitanos, siempre tenían adonde
ir, porque Alemania los consideraba ciudadanos propios. En los años
90 el número de alemanes en Rumania se estimaba en menos de cien
mil, pero desde entonces las cosas han cambiado. La perspectiva del ingreso
de Rumania en la UE ha atraído inversiones y retornos. En los últimos
años la ciudad de Sibiu y sus alrededores se han convertido en
una oasis de prosperidad entre el abandono económico de Rumania.
El alcalde de Sibiu es alemán. Las consecuencias de esta evolución
todavía no están claras.
Conclusión: La
pobreza del hombre como resultado de la riqueza de la tierra
Rumania es un país muy dotado en cuanto a recursos
naturales o tierras fértiles. Sin embargo, todo eso no sirve a
la población que ha sido y sigue siendo víctima de dos sistemas
de expolio: del comunismo y del capitalismo.
En los tiempos comunistas la población tenía que servir
para fines ajenos a su propio bienestar. Primero, en los tiempos de Estalinismo,
para un ideal de autarquía, basado ante todo en la industria pesada.
Después, en tiempos del COMECON, para un ideal de un camino propio,
también basado en la industria, en detrimento de la industria ligera,
del consumo cotidiano, y de la agricultura, como base de la alimentación.
En su fase final, para el pago de la deuda externa contraída para
el sueño de un desarrollo nacional.
Después del comunismo, Rumania queda reducida a un país
casi colonial. Su economía sólo se puede desarrollar como
apéndice de los países capitalistas que dominan el mundo:
EE.UU. y la UE. Todo lo que se concede a este país es servir de
fuente de materia prima y mano de obra barato, sea fuera o dentro de sus
fronteras nacionales. No tiene otras perspectivas, ni siquiera como miembro
de la UE.
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