Noticias del Este: Rumania


Antecedentes históricos: las ambiciones políticas y económicas de Rumania en tiempo comunista, la deuda externa y el FMI

Para entender el problema de la deuda externa de Rumania hay que hacer un breve resumen de la historia más reciente de este país.
Los políticos rumanos siempre lamentaron el hecho de que Rumania se había integrado en la economía internacional, lo que entonces significaba más o menos: europea, como proveedor agrícola y de materia prima (trigo, madera y petróleo). Este descontento se manifestó más fuerte con la llegada al poder del Partido Comunista después de la Segunda Guerra Mundial y resultó en la intención declarada de fomentar la industria en detrimento del sector agrario. La misma intención era la base de la política económica bajo el gobierno de Nicolae Ceauşescu (1965-1989).
Como la política del COMECON (Consejo de Asistencia Económica Mutua, Organización económica de los estados del antiguo bloque oriental) destinaba Rumania a la suerte de un país agrario, los políticos rumanos se dirigieron paso a paso a compañías occidentales para la importación de maquinaria y a bancos occidentales para concesiones de crédito para financiar estas importaciones. En el mismo ritmo se desvincularon más y más del comercio con los países socialistas a base de intercambio de bienes (comercio de trueque), subordinándose al sistema de comercio capitalista donde se paga en divisas.
Para desarrollar su industria – de acero, maquinas, coches, (petro)química, muebles, tejido etcétera – el gobierno rumano había contraído una deuda de casi 10 mil millones de dólares hasta 1980. Los pagos de amortización e intereses se habían elevado a 800 millones de $ en este mismo año. Eso se debía parcialmente al hecho de que los tipos de interés internacionales subieron. Mientras tanto, los ingresos de las exportaciones rumanas decrecieron. El terremoto de 1977 dañó fuertemente la infraestructura del país, pero también tuvo un fuerte impacto la caída del Shah de Persia en 1979, su principal proveedor de petróleo a base de trueque.
En consecuencia, el petróleo se convirtió en un asunto problemático para Rumania. Su industria petroquímica estaba basado en fuertes importaciones de petróleo que desde entonces tenía que pagar con divisas. Por otra parte, los precios para los productos agrícolas que Occidente admitía en sus mercados disminuyeron. Enfrentando problemas de mayor tamaño para satisfacer a sus acreedores, en 1981 el gobierno rumano se dirigió al FMI para un crédito, que el FMI inicialmente estaba dispuesto a conceder. (Rumania había sido el primer país del bloque oriental que se hizo miembro del FMI, en 1972.) Con la crisis polaca del primavera de 1981, sin embargo, todas las operaciones de crédito con los países del bloque soviético se revisaron, el FMI se retractó parcialmente de sus promesas ya firmados y Rumania tenía que pedir una moratoria con los bancos acreedores. Finalmente, el FMI concedió un crédito de estabilización, pero con condiciones peores de lo negociado anteriormente. Y empezó a exigir condiciones de Rumania que del punto de vista del gobierno rumano constituyeron una grave intromisión en los asuntos internos del país.
Todo eso afectaba gravemente la situación del país que como consecuencia de su confianza en las instituciones occidentales había llegado a ser muy dependiente de importaciones de cualquier tipo, y sin divisas de repente se vio afectado gravemente, tanto en el campo de la alimentación como en el campo de la producción.
De todo eso los dirigentes rumanos sacaron la conclusión que todo el sistema de crédito occidental era una trampa en la que habían caído y de la que había que escapar lo más pronto posible. Decidieron que había que ahorrar en todas las esferas de la vida de sus súbditos para pagar la deuda externa. Hasta 1988 la tenían reducida a menos de 5 mil millones de $. En 1988 el gobierno rumano consiguió que Irán y Libia les pagaran sus deudas en forma de petróleo que Rumania vendió en el mercado mundial.
Mientras tanto, las importaciones de los países occidentales prácticamente se acabaron. Con este gran esfuerzo finalmente lograron su propósito: En la primavera de 1989 declararon que Rumania se había quedado sin deudas.
El pato lo pagaron, como suele ocurrir, los habitantes de Rumania. Padecían malnutrición, porque la agricultura ya antes había sufrido desatención, carecía de mano de obra, maquinaria y fondos; además una parte de la producción agraria iba a la exportación. Además, se exportaron electricidad y el ya escaso petróleo, y como consecuencia, la gente padecía frío y apagones.
Cuando los rumanos no aguantaron más se levantaron y acabaron con Ceauşescu y su camarilla. Solo que con un cambio de las figuras no se alcanza mucho, si persiste el sistema de estado, de gobierno, de dinero etcétera.
El primer gobierno poscomunista, el del Frente de Salvación Nacional del ex-comunista Iliescu, concedía pasaportes y la libertad de viajar, y también permitió el comercio particular. Así el estado rumano renunciaba a su monopolio del comercio exterior. Eso, la escasez de productos básicos y el descenso fuerte de las exportaciones llevó a un aumento rápido del déficit comercial con el extranjero, que a finales de 1990 alcanzó 1,2 mil millones de $. La deuda externa se elevó a 7 mil millones de $ hasta 1996, hoy está en 29,47 mil millones de $, y sigue creciendo.
En ese contexto hay que mencionar la compañía “Caritas” que funcionaba en la ciudad transilvana de Cluj entre 1992 y 1994 como un esquema de pirámide y, según dicen, había movido más dinero que el entonces en circulación en Rumania. La compañía quebró en 1994, su jefe, Ion Stoica, pasó un rato en la cárcel, pero hace tiempo ya está en libertad. Se mantienen rumores de que el gobierno de Ion Iliescu se habría servido de una u otra manera de Stoica para emitir cantidades no registradas de dinero y así burlarse de las instituciones financieras internacionales.

A ver: Que tiene el país que ofrecer al capital internacional para equilibrar su balance de pagos, y como puede abastecer su economía nacional?

 

La minería

Rumania tradicionalmente tiene muchos recursos minerales que en su tiempo han sido la base de la riqueza de los estados que precedieron la Rumania moderna, sobre todo de Transilvania. La constitución rumana de 1991 define las riquezas del subsuelo como propiedad exclusivamente publica, así prácticamente excluyendo los trabajadores y vecinos de yacimientos de cualquier participación en el proceso de decisión sobre abrir o cerrar minas. Y Rumania, en su esfuerzo para atraer inversiones, ofrece condiciones favorables en cuanto a la casi no existente protección del medio ambiente y de los trabajadores que quizás no se encuentren en ningún otro país europeo, sino solo en la India u otros países de la lejana periferia.
De los tradicionales productos de minería – Rumania también tiene yacimientos de gas natural, de cobre, de sal y de hierro – los tres mencionados a continuación han tenido importancia recientemente.

1. El carbón
La crisis del sector productivo en Rumania se debía ante todo a la escasez de energía. Al problema ya mencionado del petróleo se añadía el problema con una materia prima un poquito fuera de moda en el mundo capitalista: El carbón.
Con la obsesión de la autarquía y, en consecuencia, la ambición de reducir cualquier importación, sea de países capitalistas o socialistas, el gobierno rumano había forzado la explotación de carbón de piedra y lignito, y basado una buena parte de la generación de electricidad en eso. La mayoría de este carbón se extraía en el Valle de Jiu, alrededor de las ciudades mineras de Petroşani, Lupeni, Petrila, y otras. En tiempo de Ceauşescu esta zona y su producción tenía una importancia clave para la economía rumana. Había ya protestas violentas y huelgas en 1977, que se reprimieren con toda fuerza. Después de huelgas en 1985 toda la zona del Valle de Jiu se puso bajo ley marcial. Además el régimen introducía agentes de la Securitate, el infame servicio secreto rumano, entre los mineros, para asegurarse de su obediencia futura.
Las condiciones de trabajo allí siempre eran pésimas, pero la gente recibía algo de compensación salarial. Lo mas importante era: Había trabajo y se necesitaba el producto.
Con el cambio de sistema en Rumania de repente esta fuente de energía tenía que competir con los precios de energía en el mercado mundial y resultaba demasiado caro. Es que el carbón en las minas del Valle de Jiu no tiene muy buena calidad y está a niveles bastante profundos. El FMI, gracias a la deuda externa – de nuevo crecida – de Rumania, tenía su papel para decidir sobre la economía de Rumania. La producción del carbón rumano se consideraba demasiado cara en comparición con los precios mundiales de energía.
Los mineros del Valle de Jiu con las medidas tomadas en los tiempos comunistas se convirtieron en una masa muy manipulable por el gobierno. El primer gobierno poscomunista de Ion Iliescu, compuesto de ex-comunistas cambiados, se sirvió de los mineros del Valle de Jiu para sus fines. Cuatro veces en 1990 y en 1991 los llamaron a Bucarest para derrotar a la oposición. Les daban alcohol mezclado con drogas, les aseguraron que debían defender la patria contra enemigos (intelectuales), y los trasladaron a Bucarest, donde sembraron el terror con hachas y herramientas semejantes, golpeando estudiantes y otros manifestantes desarmados. Las “mineriadas” de 1990, 1991 y las frustradas de 1999 se saldaron con entre 15 y 100 muertos y miles de heridos. No existen cifras oficiales.
Con estas mineriadas los rumanos empezaron a sentir un odio general contra esos mineros del valle de Jiu. Así nadie protestaba cuando el primero gobierno no-comunista del presidente Constantinescu – bajo la presión del FMI, pero también por consideraciones nacionales – empezó a cerrar estas minas. Entre 1997 y 1999 se despidieron mas de 15.000 mineros, hasta hoy más o menos el doble. En esa región casi no hay otra posibilidad de encontrar trabajo. Desde 1999 la población del valle se ha reducido de 173.000 a 146.000. No se fueron todavía más porque no hay adonde ir. La idea que promocionó el gobierno: que los mineros despedidos tengan que regresar al campo y subsistir del cultivo de la tierra es un poquito ingenua dado los números de despedidos: En todo Rumania fueron despedidos 90.000 mineros entre 1997 y 2000, de una cantidad total de 175,000 empleos.
Las protestas de los mineros, una vez perdida su base política, eran desesperados. Había huelgas de hambre y gente que se inmolaba en lugares públicos – todo eso sin ningún eco en la prensa internacional. Muy pocas minas trabajan todavía, se produce poco carbón. Mucha gente está en el paro, bajo el umbral oficial de la pobreza. La “reestructuración” de la zona casi no existe: turistas no van a una zona minera y llena de edificios feos y malos, con pobreza visible y mendigos en las calles. Hay pocas compañías nuevas y emplean muy poca gente. El área es montañosa y no ofrece posibilidades para la labranza, además está contaminada por décadas de explotación sin tener en cuenta las consecuencias, muy típica en todos los países comunistas.
El carbón que ya no se produce se tiene que importar o reemplazar por otros productos energéticos, lo que tiene un efecto negativo para la balanza de pagos de Rumania. Este efecto solamente queda mitigado pro el hecho de que ha disminuido el consumido industrial como consecuencia del cierre masivo de las plantas industriales.

2. El oro
Rumania tiene los yacimientos de oro mas grandes de Europa. La tecnología de explotación, sin embargo, en 1989 estaba anticuada y carecía de recursos. Por eso los gobiernos rumanos se han esforzados por atraer inversores que tienen el capital suficiente para la minería de oro.
El problema mayor en la minería de oro es la separación del oro puro de la mena. Este proceso siempre ha sido caro y malo para la salud de los trabajadores y para el medio ambiente. Durante siglos se utilizaba ante todo el mercurio. Hoy prevalece el uso de cianuro, en conexión con zinc y acido de azufre.
En enero de 2000, debido a fuertes lluvias y la completa ausencia de controles legalmente obligatorios se rompió el dique de un deposito de fango mineral contaminado de cianuro y otras sustancias químicas cerca de la ciudad norteña de Baia Mare. Los desechos químicos causaron una contaminación desastrosa del río Tisa, pasando al Danubio, y resultaron en la muerte de miles de toneladas de peces en estos ríos, causando graves daños en Hungría y Servia.
En relación con este accidente se podía ver cómo Rumania procede en la concesión y gestión de la minería del oro: Concede una concesión a una empresa transnacional en forma de empresa mixta, a cambio de una participación fijada en porcentaje de la explotación y de los beneficios. La compañía transnacional invierte y gestiona las obras de explotación. Casi no hay controles. Las que tendría que haber según las leyes se evitan con sobornos. La explotación se hace preferiblemente a cielo abierto que es lo mas económico y tiene efectos negativos para el medio ambiente y la gente viviendo al alrededor. La separación del oro se efectúa en pilas, también a cielo abierto. Cerca de las minas hay vaciaderos minerales, naturalmente también fuertemente contaminados por la química empleada en el proceso de separación, donde los pobres harapientos de la zona, en su mayoría de etnia gitana, buscan restos de oro – desde el abuelo hasta niños de 7 años.
La demanda legal de Hungría por los daños causados hasta hoy no ha alcanzado ningún resultado, porque la compañía “Aurul” (“oro” en rumano) ya tiene una construcción de compañías de testaferros y subcompañías que hace casi imposible procesarla por daños causados – parecido al caso del “Prestige” en España.
En 1999, es decir, ya antes de este accidente, el gobierno rumano – bajo el primer presidente sin antecedentes comunistas, Emil Constantinescu – concedió una concesión de explotación de oro a la compañía canadiense “Gabriel Ressources”, que como empresa mixta canado-rumana firma bajo el nombre “Roşia Montană Gold Corporation”. El estado rumano tiene el 19% de la compañía. Esta empresa quiere hacer allí la mina de oro mas grande de Europa. Quieren destruir la población de Roşia Montană, una población muy antigua donde la gente siempre se ha dedicada a la minería de oro. Sólo que hasta la llegada del comunismo las minas eran propiedad familiar que en tiempos comunistas se expropió y nacionalizó. No hubo restitución, porque los yacimientos del subsuelo no se restituyen. Los descendentes de los antiguos propietarios se ven excluidos de cualquier decisión sobre su entorno y su futuro.
La compañía “Gold” como se llama brevemente en Roşia Montană, está esforzándose en convencer a los vecinos de vender sus casas y marcharse. Quiere hacer una gigantesca explotación bajo cielo abierto, y con muchas pilas de cianuro, destruyendo completamente las tradiciones de la zona, entre las que hay también minas del tiempo de los romanos, pero también edificios medievales, y de los siglos 17. a 19. Hay una fuerte resistencia en el pueblo – de mayoría rumana y minoría húngara. Entre los mas fuertes enemigos del proyecto de desalojamiento se encuentran los curas ortodoxos: no quieren renunciar a sus iglesias y ante todo a sus cementerios. El traslado de muertos se considera un pecado grave en la ortodoxia – cosa que se hace sólo en casos de guerra y otras grandes catástrofes. Pero también en el mundo secular hay numerosas tragedias: La “Gold” con su dinero convence a los jóvenes a vender sus casas sin el consentimiento de los padres. Estos se ven obligados un día a marcharse sin quererlo. Las generaciones se enfrentan por la política de la “Gold”. La base legal de estos procedimientos es dudosa, pero la gente de Roşia Montană es pobre y no tiene recursos para irse a los juzgados.
El impacto medioambiental en esta zona también preocupe la vecina Hungría, ya castigada por el daño de Baia Mare. La UE naturalmente es cómplice del procedimiento de compañías como la “Gold”: Sus expertos reconocen el derecho de cada gobierno a decidir sobre su economía – bajo los lemas capitalistas. El derecho de explotación bajo cielo abierto es reconocido por las reglas de la UE. Los intereses de la gente que vive allí no tienen importancia ninguna.

3. El petróleo
Rumania, se dice, era el primer país del mundo donde se extraía petróleo del subsuelo, en 1857. Además del petróleo del mar del Norte Rumania tiene los yacimientos mas grandes de Europa. En el siglo 19. se explotaba con capital americano y holandés. Los yacimientos estaban y están cerca de la ciudad de Ploeşti y en el valle del río Prahova. Ya en la Primera Guerra Mundial el ejercito alemán dependía de petróleo rumano. Después de la guerra el capital alemán tenía que marcharse de la industria petrolera rumana (era una condición que formaba parte del tratado de paz de Versailles). En la Segunda Guerra Mundial los alemanes hicieron todo para incorporar Rumania a su sistema de aliados, ante todo por el petróleo que era imprescindible para la maquinaria de la guerra.
En la Rumania comunista se nacionalizó la industria de petróleo. Con la industrialización forzada del país el petróleo recibió un papel clave: No sólo constituía la base energética para las gigantescas plantas de industria primaria, de acero, cemento, electrotécnica y maquinas, sino también para una gran industria petroquímica. La demanda rebasaba la producción nacional y Rumania importaba petróleo, ante todo de Irán. Con la caída del régimen del Shah empezó una crisis energética que afectaba ante todo el consumo particular. Mientras las fabricas recibían energía para continuar la producción y hasta se exportaba petróleo para divisas, los radiadores en los apartamientos rumanos se quedaron fríos, no había gasolina en las gasolineras y el transporte publico se reducía.
Después de 1989 la producción de petróleo rumano decrecía. (Sin embargo, hay que decir que sobre la producción de petróleo entre 1990 y 2000 no existen datos fiables.) Eso se debía a varios factores: La demanda de la industria disminuía, el equipo era anticuado, y tal vez las reservas también se agotaron. Pero ya a finales de los años 80 Rumania empezó a abrir una nueva explotación en el Mar Negro que llevó a una confrontación con Ucrania porque la cuestión de los yacimientos marítimos toca el asunto de las fronteras marítimas y el asunto de la Isla de Serpientes que llegó a formar parte de Ucrania sin verdadera base legal. Desde 1996 allí también se produce crudo. En 1998 la compañía estatal Petrom empezó a expandir a Kazajstán e invertir en la explotación de crudo en este país.
En 2004 la compañía austriaca OMV compró el 51% de Petrom que tiene el monopolio de extracción de crudo en Rumania. Desde entonces el precio de la gasolina ha alcanzado el nivel internacional – mientras los salarios rumanos son entre un quinto y un quindécimo de los austriacos. Es posible, sin embargo, que este aumento del precio de la gasolina se deba también a la subida de impuestos exigida por el FMI y se use la excusa de la venta a OMV para este drástico aumento del precio. No hay información sobre los efectos sobre el empleo.
La Petrom ya ha incorporada compañías de la OMV en los países vecinos y está negociando un oleoducto desde Rusia hacía Europa a través de territorio rumano. Hace grandes beneficios como tiene el monopolio nacional de explotación de petróleo.
Aquí se ve muy claro como la entrada de capital internacional ha tenido un efecto malo para el consumidor rumano.


La industria


1. La industria pesada
En los años que siguieron la Segunda Guerra Mundial en los países de la órbita soviética se impuso la política estalinista de autarquía. Eso significaba que el desarrollo de la industria pesada tenía importancia primordial.
El modelo estalinista iba en contra de los esquemas de reproducción desarrollados en el segundo tomo del libro “El Capital”. Allí Marx demuestra que el desarrollo de la industria en los países capitalistas primero se efectúa con la industria ligera que produce bienes de consumo cotidiano, como alimentos, ropa y otros productos de consumo casero. Solo para generar maquinaria para la industria ligera nace la industria pesada y crece la demanda para materias primas.
Los efectos negativos de esta política de fomentar la industria pesada la vivieron los ciudadanos soviéticos de los años 20 hasta los 60: iban en trapos, vivían en infraviviendas y se alimentaban de manera deficiente. El país que más tarde reproducía este tipo desequilibrado de desarrollo económico de una manera muy aguda era Rumania. Cuando en los años 50 bajo Jrushchov se creó el sistema de especialización nacional (dentro del COMECON), y a Rumania se destinó el papel de productor agrícola, el gobierno del entonces "conducator" (= líder) Gheorghiu-Dej se negó y se excluyó del comercio de truque del COMECON y continuó su política de desarrollo industrial. Bajo Ceauşescu se siguió esta política económica. Se firmaron contratos a base de trueque con países del tercer mundo, para el importe de hierro, petróleo y otras materias primas. Se levantaron gigantescas plantas para la producción de acero y de petroquímica. Se contrajeron grandes deudas con el extranjero capitalista – EE UU y países europeos – para importar maquinaria y tecnología.
Después de la revolución de 1989 todo cambió. Rumania perdió sus mercados en el Bloque del Este y en el Tercer Mundo. La industria pesada se quedó sin recursos. Mittal Steel compró las grandes plantas de acero y las cerró. Para cumplir con el contrato mantiene una producción ridícula de unos cien empleados. Con estas adquisiciones compró el mercado rumano y sigue abasteciéndolo con importaciones de sus plantas en todo el mundo.
Yo vi las consecuencias de esta política con mis propios ojos: entrando en la ciudad transilvana de Hunedoara uno se siente como entrando en la “zona” de la película “Stalker” de Tarkovski. Se puede contemplar un paisaje de la Luna, lleno de escoriales y ruinas industriales. La ciudad de Hunedoara en gran parte está compuesta de bloques de viviendas de 10 a 12 plantas. Según fuentes oficiales tiene 86.000 habitantes – de que vive toda esta gente?
Algo parecido pasa al espectador con la ciudad de Galaţi, en la orilla del Danubio: se entra a través de un paisaje de ruinas de una extensa planta de acero cerrada (el hierro o mineral de hierro en tiempos comunistas llegó en buques por el Danubio). A su lado están unas chimeneas también gigantescas de unas centrales eléctricas, todavía funcionando y supuestamente trabajando con carbón, que emiten un polvo marrón-rojizo que cubre todo el alrededor y vela el sol.
En la lenguaje del FMI y parecidas instituciones económicas estas condiciones se llaman “reducción de sobrecapacidades” y “medidas de reestructuración que todavía no han tenido el deseado efecto”.

Otra industria importante era la de fabricación de coches.

2. La industria del automóvil
En la época comunista Rumania producía dos tipos de turismos: el Dacia – en cooperación con Renault, a gran escala desde 1969, cerca de la ciudad de Piteşti, y el Oltcit – una cooperación con Citroën, desde 1976, en la ciudad de Craiova. Producía un todoterreno, el ARO, en la ciudad de Campulung, y camiones en Braşov y Roman. Había una producción de autobuses en Bucarest.
La más importante de todos era la del Dacia, de la que se abastecía el mercado rumano, y también se exportaba a países aliados: a los países del antiguo Bloque del Este, y a Siria y Argelia. En la fábrica tenían dos cintas continuas: una para la venta en Rumania, otra para la exportación. De la ultima salían los mejores coches. La producción continuó sin licencia de Renault en los años 80 y 90. En 1999 Renault compró la planta.
La fábrica de Oltcit nunca tuvo gran éxito. Debido a fricciones entre el gobierno rumano y la Citroën, y la crisis general en Rumania en los años 80 nunca alcanzaron las cantidades planificadas de producción. En 1994 la compañía surcoreana Daewoo compró las facilidades en Craiova. La cosa iba mal. Los coches que fabricaba Daewoo eran demasiado caros para las carteras rumanas. Una gran parte de los coches no se vendía y se quedaba parada en los campos de la planta. Para colmo, la crisis del sureste asiático causó la bancarrota de Daewoo. La compañía GM compró a Daewoo en 2002, pero sin sus pertenencias en Rumania. La compañía en Craiova se quedó en un agujero legal. Nadie la quería, pero seguía siendo propiedad de Daewoo. Durante un tiempo no se pagaron los salarios de los trabajadores. Las facilidades en Craiova ya no funcionan. Pero Daewoo/GM con esta inversión también ha comprado el mercado rumano. Aunque ya no dan empleo, pueden importar sus coches desde otras plantas de la región centro-europea bajo condiciones favorables en cuanto a impuestos y aduana.
El gobierno rumano vendió el 68,7% de la fábrica de ARO – un todoterreno muy simple, pero muy fiable, aceptado en muchos países del antiguo Bloque del Este y del Tercer Mundo – en 2003 por el precio ridículo de 180.000 dólares. La única intención de la compañía estadounidense "Cross Lander" era comprar la marca para el mercado (sur)americano, desmontó todas las maquinas y cerró la fábrica que se fue a la bancarrota en 2006. Todavía persiste una demanda legal por parte de Rumania contra la compañía.
Sobre la producción de camiones y autobuses no hay datos fiables. Parece que todavía se producen camiones en Braşov y Roman en cuantidades no significativas.
Con los 12.500 trabajadores que emplea Dacia en Piteşti hoy se produce el Dacia/Renault Logan, pero aparte del coche en sí de allí también se exportan carrocerías a muchos otros países de la región, y hasta a países occidentales. Piteşti se ha convertido en la planta central de Renault para el abastecimiento de los países poscomunistas. Constituye un factor importante para la balance de pagos de Rumania. Sin embargo, cuando Renault compró la fábrica y la marca, exigió la misma exención fiscal que había sido concedida a Daewoo en 1994. Esta reivindicación causó la indignación del FMI que siempre está presionando al gobierno rumano para subir los impuestos y así aumentar sus ingresos internos. Pero al final Renault ganó, y así durante varios años sólo tiene que pagar impuestos muy bajos, casi ridículos.
Desde los años 80 la industria del automóvil se ha revolucionado en todo el mundo. Solo la carrocería se produce en la planta central, todo lo demás en fabricas proveedores y plantas especializadas, por ejemplo, en motores. El ensamblaje se efectúa en la planta central y en otras plantas – de tipo „maquiladora“.
Así muchas partes del Dacia también provienen de fabricas/talleres proveedores. Se estima que hoy en día 90.000 personas trabajan en la industria del automóvil rumana, muchos de ellos en pequeñas compañías y para un sueldo miserable.
Hablando del sueldo: Los trabajadores de Dacia/Piteşti ganan un promedio de € 360 mensuales. A diferencia de las fábricas de Europa occidental no se emplean robots, porque con estos salarios bajos es más económico emplear fuerza manual. Si los sueldos rumanos un día alcanzarían un nivel más cercano al promedio de España, por ejemplo – entonces Renault tal vez cierre la fabrica en Pitesti y se vaya a un país con sueldos más bajos, algo que siempre se puede encontrar en estas zonas de “dumping” salarial. Mientras tanto, la multinacional naturalmente sigue interesada en mantener los sueldos rumanos bajos.
Lo que se ha formado como producción industrial desde 1989 (además de los sectores mencionados también existe producción de tejidos y ropas, plásticos, muebles y madera, cerámica, y un largo etcétera de poca importancia) no puede absorber la mano de obra despedida de las industrias anteriores.
Había planes a finales de los 90 de hacer regresar al campo a los parados, con unos duros de incentivo. Esos planes más o menos fracasaron, entre otras cosas debido a las condiciones en el campo rumano.


La agricultura

El campo siempre era un hijo poco querido por los políticos comunistas. Tenía que abastecer el mercado de alimentos con sus productos y el mercado laboral con su mano de obra. Entre los años 50 y los años 80, en el tiempo de la industrialización forzada millones de campesinos se convirtieron en obreros en las ciudades, desangrando así el campo y la producción agrícola. Entre los años 49 y 62 se colectivizó la agricultura, siguiendo el modelo soviético. Pero la agricultura no recibía recursos significativos, todo el esfuerzo nacional seguía destinándose al fomento de la industria. En grandes partes de Rumania se puede contemplar hasta hoy a la gente trabajando el campo con layas y picos, o cortando la hierba con guadañas. Para arar y para el transporte de las cosechas, la leña o materiales de construcción se emplea la fuerza animal: Son frecuentes los carros de caballos en las carreteras rumanas, y a veces se ven hasta carros de bueyes. Han aparecido tractores, pero todavía no gozan de gran popularidad, porque además de ser caros en la compra es caro el combustible para hacerlos funcionar. La única ventaja que tiene el tractor frente al animal es que no come mientras no trabaja.
Después de 1989 se disolvieron las cooperativas y a partir de 1991 se devolvieron las tierras particulares a los aldeanos. Pero mucha gente que había trabajado por décadas en la cooperativa, recibiendo ordenes, ordeñando las vacas, dándoles piensos (si había) recibidos de otras unidades agrarias, o trabajando con el único tractor en la aldea – muchas veces esta gente ya no sabía como labrar de manera individual, y manual. Tenían que aprenderlo de nuevo de los viejos que todavía habían mantenido sus costumbres, – y todo eso sin recursos propios.

 

Debido a la manera artesanal de producción y elaboración de los productos agrarios y las dificultades de transporte, los alimentos son bastante caros en comparición con los sueldos rumanos, por eso la gente tiene que destinar una gran parte de sus ingresos a la comida. Así constituye un cierto problema vestirse y renovar y amueblar la casa, ni hablar de objetos de recreo: libros, artículos de deporte, videos etcétera se consideran un lujo en Rumania y muchas veces llegan a la casa con un emigrante laboral que lo trae como regalo.
Los alimentos, es verdad, son al 100% biológicos, pero no bastan: A pesar de tener tierras muy idóneas para la producción de trigo y maíz, y una larga tradición de ganadería, basada en el pastoreo, Rumania en 2001 importaba mas que el doble de su exportación de productos agrícolas.
La agricultura rumana, con su preponderancia de minifundios y su carencia de recursos, no podía absorber las grandes masas de despedidos de la industria, ni puede abastecer el país con productos alimentarios, pero ni siquiera es capaz de alimentar a los propios campesinos: En muchas casas en el campo es la mujer que mantiene la casa, el huerto, la pequeña economía y la familia: los hombres, careciendo de perspectiva adecuada para el futuro se dedican al alcohol, o han emigrado en busca de trabajo que les permite comprar más tierras, unas vacas, o hacer una reparación general del techo, es decir, establecer una base para la supervivencia en su propia tierra.
Con la integración en la UE la cosa va de mal en peor: El mercado rumano se ve inundado de productos baratos y de calidad inferior, de los países de la UE. El consumidor pierde, porque se alimenta peor, aunque más barato, y el productor ya no puede vender sus productos a un precio que le haga posible su existencia.

 

La infraestructura

1. Las carreteras y calles
Rumania no tiene autopistas. Existen trozos muy cortos que pretenden ser autopistas cerca de Bucarest, pero no tienen significado para la red de comunicaciones del país.
De las carreteras que cruzan el país muchas no merecen esta denominación en su significado habitual. El asfalto está deshecho, el frío y la lluvia han dejado agujero tras agujero. Con turismos normales se puede circular con no más de 20-25 kilómetros por hora en estas carreteras. Muchas otras, sin embargo, nunca han visto asfalto, son de gravilla o de tierra y piedras. Las inundaciones frecuentes causan aludes que destruyen todavía más las carreteras. Rumania ha recibido muchos créditos de la UE, el Banco Mundial y el FMI para mejorar su red vial, pero caen en saco roto. Aunque se hacen obras continuamente en todo el país sólo se consigue el mantenimiento de unas carreteras principales para los camiones que transportan las mercancías de consumo a Bucarest, Sibiu, Cluj, Iasi y otros grandes centros, y se exportan las mercancías elaboradas con la mano de obra barata rumana hacía Europa Central. El campo sigue siendo aislado respecto a la red vial.
Mientras en estas carreteras siguen circulando carros de caballo o de buey, y todavía muchísimos viejos Dacias, en los últimos años han aparecido los todoterrenos modernos de los nuevos ricos y las compañías extranjeras que circulan con gran velocidad y sin precaución, deteriorando así la seguridad vial.
Un informe en Internet avisa a los extranjeros que es muy peligroso caminar de noche en Bucarest: no tanto por asaltantes, sino por los frecuentes daños y agujeros de la acera y la calle, y los perros vagabundos y hambrientos.

2. El ferrocarril
Rumania tiene una red de ferrocarriles muy antigua y completa, pero también muy anticuada. Hay muchas líneas de vía estrecha, o de solo un carril. Solo un tercio de la red está electrificada, en el resto se emplean locomotoras de gasóleo, en casos aislados todavía de carbón. Las combinaciones son malas y muchas salas de espera en las estaciones de tren parecen largos dormitorios. Los trenes a pequeñas ciudades o aldeas circulan con 35 Km. por hora. La gente, sin embargo, a menudo utiliza el tren, ya que es la manera más barata de viajar.
Desde 2000 se han efectuado grandes cambios en la modernización de los trenes. Sucede algo parecido como con las carreteras: Las líneas principales se equipan con locomotoras y vagones modernos, se mejoran los raíles y se circula a una velocidad de nivel centroeuropeo, con precios elevados. Esos trenes sirven para turistas y gente de negocios. En los trenes que conectan el campo con las ciudades todo sigue como antes: Para renovarlos habría que subir el precio de los billetes. Entonces la gente dejaría de usarlos. Así se mantiene el servicio hasta que algún gerente decide que ya no son rentables. Cada vez más líneas pequeñas y remotas se cierran.
La Compañía de Ferrocarriles Rumanos (CFR), sin embargo, disfruta de buenos beneficios, no sólo por las líneas modernas de pasajeros, sino también por el transporte de mercancías. En este aspecto son los beneficiadores de la mala condición de las carreteras.

3. El suministro energético
Rumania produce mucha energía, de carbón, de gas natural, hidroeléctrica – ante todo en la gran presa de la Puerta de Hierro en el Danubio que explota junto con Servia –, y el 10 por ciento proviene de una planta nuclear en Cernavoda. Como se ha invertido casi nada en la red de suministro desde 1989 el gobierno hace todo para atraer inversores extranjeros que a su vez inviertan en la mejora de la estructura nacional. Aquí, sin embargo, crece un antagonismo entre la intención de estos inversores en hacer beneficios y el estado actual de las redes de distribución.
El inversor calcula que la gente necesita su energía y por eso puede cobrar lo que le da la gana. Pero en las tuberías envejecidas y los cables con aislamiento deficiente se pierde mucha energía, y así con el curso de los años han ido creciendo deudas de las compañías de abastecimiento con las compañías de producción eléctrica. Estas deudas se venden a las compañías extranjeras como activos en la balanza de pagos. Solo que nadie está preparado para pagar estas deudas. No pertenecen a nadie. La autora de este articulo ha sido testigo de como en una ciudad rumana la compañía E.ON cerró el suministro de agua caliente a varias manzanas de 5 pisos en unos barrios, para chantajear el pago de estas deudas. Como nadie era responsable de ellos, la gente – que paga un precio bastantemente elevado para su agua, además tiene contadores montados en sus respectivos pisos, uno para agua fría, otro para agua caliente – no recibía agua caliente durante un mes. Hasta que E.ON abrió el grifo de nuevo, continuando las negociaciones hasta el próximo cierre, muy previsible en estas condiciones. …

4. Las alcantarillas y el suministro de agua
Muchas aldeas de Rumania no tienen una red de suministro de agua, sino que se sirven de pozos. Tampoco es común en el campo tener alcantarillado, sólo hay pozos negros.
En las comunidades más grandes donde existe alcantarillado y una red de agua potable la tubería está en malas condiciones, lo que resulta en grandes pérdidas entre el tanque central de agua y los consumidores. Compañías privadas han obtenido concesiones para la gestión del agua en varios municipios y más contratos de este tipo todavía están por cerrar. Con la instalación de contadores de agua en los hogares, no obstante, el gasto de agua se ha reducido casi a la mitad, lo que a veces causa problemas en las plantas depuradoras que habían sido construidas para una capacidad más grande. El consumo reducido también desbarata las calculaciones de las compañías privadas que se basaron en el consumo anterior.
En los lugares sin red donde quieren introducir conductos de agua potable y aguas residuales los vecinos vacilan. Claro, sería más cómodo abrir el grifo, y entienden también que una red de alcantarillado y una planta depuradora sirve al medio ambiente y a las futuras generaciones. Pero el agua del pozo es gratuito, mientras con agua de tubería están a la merced de una compañía privada con pretensiones de lucro.
Rumania es un campo extenso para experimentar con la privatización de la infraestructura. La brecha entre el nivel de países como Alemania o España por un lado, Rumania por el otro es muy grande. Como la UE y el FMI consideran una infraestructura desarrollada como condición imprescindible para el crecimiento económico, se pueden obtener fácilmente créditos para inversiones en infraestructura. Los bancos de fomento de la exportación también apoyan sus empresas nacionales con créditos. Entre las compañías especializadas en tecnología de medio ambiente e infraestructura sigue habiendo gran entusiasmo respecto a inversiones en Rumania.
Sólo que todo eso tiene su precio. El nivel de vida a que estamos acostumbrados en Europa Occidental respecto al agua, teléfono, electricidad o banda ancha está basado en salarios bastante más elevados que los de Rumania. De salarios más altos y capitales grandes se pueden cobrar impuestos más altos. Las arcas publicas, sean municipales o provinciales, son bien llenas en comparición con las de Rumania.
Así que este país con un promedio salarial de 180 Euros por mes se enfrenta a la amenaza de precios “desarrollados”. Ya se considera un lujo para muchos rumanos, especialmente jubilados o familias numerosas, tomar un baño caliente o calentar su casa en invierno. Y las cosas sólo están empezando.


El mercado laboral y los sindicatos

En Rumania ha habido despidos masivos desde que cayera el comunismo. No se debe olvidar que en el sistema comunista no estaba previsto el despido. No existían indemnizaciones, o garantías de empleo. Cómo las arcas estatales estaban vacías en los años 90 tampoco se introdujeron estas medidas. No había ningún manual de derechos laborales. A la gente se les echaba a la calle, y ya está. Así, cientos de miles, hasta millones de obreros se quedaron sin recursos de un día para otro. Además, los que tienen trabajo experimentan a menudo que no se puede vivir de los salarios rumanos.
El único remedio era y es la emigración. En los años 90 tenia formas a veces desesperadas y trágicas. Muchos rumanos se fueron a Israel para reemplazar a los árabes que ya no podían acceder a su puesto de trabajo por el cierre de las fronteras internas. Los rumanos pagaban comisiones a intermediarios para obtener trabajo en Israel, ante todo en la construcción. Después de obtenerlo varios de ellos cayeron víctimas de atentados palestinos. El embajador rumano en Israel durante un tiempo tenía como tarea principal sellar ataúdes.
Hasta que la UE en 2002 abandonó el visado obligatorio para los rumanos – vigente desde el comienzo de los años 90 – los emigrantes tenían que cruzar las fronteras austriacas y alemanas de forma ilegal. En 1998 la policía de fronteras austriaca literalmente cazó a un grupo de rumanos, hiriendo uno de ellos con bala y deteniéndolos – no al entrar en Austria, sino intentando salir a Italia.
Se estima que hoy en día entre 2 y 2,5 millones de rumanos trabajan fuera del país. (Eso serían todavía menos que los 3,3 millones por los que se redujo el numero de empleados a nivel nacional desde 1989.) El número, no obstante, es de poco fiar. Mucha gente se registra en casa como residente para tener acceso a la sanidad publica, aunque trabaja en el extranjero. Además, sin obligación de visado, es más fácil salir para trabajo temporal.
Lo que es cierto es que muchas empresas extranjeras que han entrado en Rumania en los últimos años, atraídos, entre otras cosas, por los bajos salarios, se enfrentan al problema de escasez de mano de obra. Pero todo tiene remedio: Ya empiezan a contratar gente del lejano oriente, de China, Vietnam etcétera.
En Rumania hay 5 sindicatos reconocidos como partes negociadoras que entre ellos reúnen 1,6 millones de trabajadores. Su estrategia es una mezcla entre su antigua posición como soporte del sistema socialista-estatal y la ambición de convertirse en una organización respetada y escuchada por el gobierno y la patronal, igual que UGT o CC. OO. en España. Si un subsindicato organiza una huelga en una empresa, la cúpula del sindicato intenta aprovecharse de eso para demostrar su voluntad de negociar y pacificar los de a pié y así ganar peso en el ámbito político. Aparte de eso forman alianzas más cortas o largas con partidos políticos, con el mismo fin.
Están todavía obsesionados por su anterior posición como organismos estatales. No tienen ni idea del antagonismo entre capitalistas y trabajadores. Para ellos hay malos empresarios del extranjero y un gobierno que tiene que protegerles de ellos, si no cumple con sus deberes. Su principal negociador sigue siendo el gobierno, para presionar a los empresarios. El pensamiento revolucionario ni se les ocurre: el comunismo está desprestigiado por el régimen anterior y no conocen otro concepto revolucionario.
La política de la UE hacia países como Rumania es muy diferente de la que se empleaba cuando España entró en la entonces CE. En los países de antiguo Bloque de Este no ayudaron a instalar sindicatos nacionales con derecho a negociar salarios, derechos laborales, medidas de protección etc. La UE quiere que los sindicatos de los países poscomunistas permanezcan débiles y en desacuerdo. Repetidamente han presionado a políticos rumanos desde Bruselas a emplear mano dura contra sindicalistas luchadores o rebeldes.
Por la organización de las mineriadas de 1999 fueron juzgados unos mineros que todavía cumplen su condena. Cuando el saliente presidente Iliescu amnistió a uno de ellos en 2004 la UE le hizo revocar esta decisión al día siguiente.
En 2000 un sindicalista fue asesinado en Iasi porque organizaba protestas contra la venta de una fábrica de acero a una compañía checa. El asesinato lo organizaron el ex jefe de la fábrica y el inversor checo que quería comprarla. Los culpables fueron condenados en 2005, – en ausencia del empresario checo que consiguió huir.
En 2003 un líder sindicalista fue herido gravemente en un accidente de coche. Es verdad que la seguridad vial está deteriorándose en Rumania. Pero también cabe recordar que los accidentes de coche se usan en los países poscomunistas para deshacerse de la oposición.
Otro problema de los sindicatos es la sangría de mano de obra. Se están debilitando continuamente por la emigración y el despido, así convirtiéndose en organizaciones de miembros fantasma, y parados.

 

Las minorías

Las minorías siempre eran la parte menos deseada de la población y por eso desde la creación de la Gran Rumania se les llamaba “etnias convivientes“, para subrayar la generosidad del pueblo rumano de no mandarlos a la mierda, sino permitirles su estancia en el país.

1. Los gitanos
La minoría más grande quizás es la gitana. No se sabe exactamente, porque en los tiempos comunistas los gitanos no eran una minoría reconocida y por eso “gitano” no se incluyó como etnia en el censo. Y ahora, unos cuantos pogromos más tarde a nadie le gustaría confesarse como gitano. Su número, sin embargo, se estima por encima de dos millones.
Los cíngaros rumanos hasta los años 50 del siglo 19 se encontraban en la esclavitud y se vendían y compraban como ganado. Solo poco antes de unirse Moldavia y Valaquia, en 1855-56 fueron liberados. Hace poco que celebraron los 150 aniversario de su liberación.
Durante la II. Guerra Mundial fueron perseguidos y el entones gobierno rumano (del “mariscal” Antonescu) desterró una parte de ellos a los territorios al otro lado de rió Dniester bajo condiciones que causaron la muerte rápida de más de 10.000 de ellos, de hambre y frío.
Los gitanos rumanos son muy fragmentados. Hay quienes se ganan la vida de una manera más o menos decente como músicos en las bodas, o como artesanos. Hay quienes se ganaron cierta fortuna con el comercio y edifican grandes casas con pilares y balcones, los tal llamados “palacios gitanos”. Pero la mayoría vive en una pobreza extrema, en infraviviendas al margen de las poblaciones, y hasta en chozas que consisten de en un agujero en la tierra, cubierto de ramas y chapas de plástico industrial. Muchos de ellos solían trabajar en la minería y la metalurgia, oficios cercanos a las tradiciones gitanas de trabajar el metal, y muy adecuados para gente con poca o ninguna educación (exigente de fuerza corporal, pero sencillos respecto al quehacer, y malos para la salud). Una vez despedidos no les quedaba la más mínima posibilidad de sobrevivir decentemente.

Infraviviendas gitanas en la aldea de Betesti

Hay quienes todavía hoy en día viajan por el país con carros cubiertos, de un lugar al otro. Muchos gitanos se dedican a la mendicidad o a la prostitución, en el interior o en el extranjero. De los que cruzan las fronteras rumanas para mendigar hay dos grupos: los quienes mendigan por cuenta propia para después construirse una vivienda digna en casa y empezar un negocio o alguna otra forma de supervivencia, y los que mendigan de forma organizada. Esos últimos “trabajan” bajo un tal llamado “Rey de Mendigos” que los emplea de forma voluntaria o forzada. A veces compra sus súbditos de padres que venden a sus hijos. Las cuentas de esos padres son estas: tenemos 10 o 12 niños – si vendimos dos, por un tiempo podemos alimentar a los demás. El “Rey” los compra, o contrata a pobres, cojos o enanos para llevarlos fuera del país. A veces les hace una amputación de brazo o pierna en un hospital para hacerlos más aptos para mendigar. A los niños comprados los manda mendigar y robar bolsillos, o prostituirse en ciudades de Hungría, Italia o Eslovaquia. Los aloja allí en infraviviendas, ya que ellos ya están acostumbrados a esta forma de alojamiento. Al final del día les cobra sus “ingresos”. Los “Reyes” son grandes señores, respetados en casa donde se construyen otros “palacios gitanos“.

"Palacio gitano" en la ciudad de Huedin


Después de la caída del comunismo, entre 1989 y 1994, había un mogollón de pogromos contra gitanos, en aldeas o barrios de ciudades. Muchos rumanos interpretaron su nueva libertad de tal forma: ¡por fin liberarse de los elementos no deseados! A los gitanos que huyeron a otros países, sobre todo a Alemania, no les concedieron ningún estatus de refugiados, sino – tras firmar un contrato de repatriación – los mandaron de vuelta, a veces esposados.
Las perspectivas para los gitanos siguen siendo tristes, tanto en el campo de la educación, como en la economía y la agricultura.

2. Los húngaros
Grandes territorios de Rumania, como Transylvania, el distrito de Temesvár y sus alrededores, y la franja fronteriza con Hungría pertenecieron a la monarquía austro-húngara antes de 1919 y eran poblados densamente de húngaros. Después del tratado de Trianón en 1921 que concedió esos territorios definitivamente a Rumania muchos se marcharon, pero muchos también se quedaron, sobre todo los agricultores. Su número hoy en Rumania se estima entre 1 y 1,5 millones. Viven en la diáspora en toda la parte ex-austriaca, además concentrados en dos condados en el centro del país.
Durante la II. Guerra Mundial Italia y Alemania devolvieron una parte de los territorios “perdidos” a Hungría en la tal llamada “Segunda Arbitraje de Viena”. Entonces los húngaros, ante todos los soldados venidos de Hungría, comenzaron a perseguir y matar a los rumanos en este territorio. Al acabarse la guerra los territorios volvieron a Rumania y empezó una cierta venganza. Esos sucesos, naturalmente, no tenían un efecto favorable para la convivencia de las dos etnias.
Desde entonces, pero agravado por la crisis de los 80, y después del cambio de sistema, los húngaros frecuentemente tenían que servir como chivo expiatorio para los males que padece el país. Cabe destacar que la misma rebelión de Temesvár que acabó con el régimen de Ceauşescu empezó con una protesta de un grupo de húngaros manifestándose contra el encarcelamiento de un cura. Un año más tarde, en 1990 hubo un pogromo contra los húngaros en la ciudad de Targu Mures que se saldó con unos cuantos muertos y un montón de heridos. Desde entonces la relación entre las dos etnias, la mayoritaria y los húngaros, no carece de cierta tensión. Hay un partido húngaro que está dentro de la coalición gobernante, y dos en la oposición. A través de ellos, y también a través de los medios de comunicación y las iglesias católicas y evangélicas los políticos de Hungría intentan influir la política rumana, lo que también añade tensiones.
En Hungría misma esos húngaros de Rumania sirven como mano de obra barata, sin contrato, sobre todo en la construcción y cuidando enfermos y ancianos en casa.

3. Los alemanes
De los alemanes de Rumania – sus antepasados llegaron a partir del siglo XII – muchos huyeron al termino de la II. Guerra Mundial. De los que se quedaron muchos fueron deportados a la Unión Soviética, como trabajadores forzados. En 1978 la Rumania de Ceauşescu firmó un tratado con Alemania del Oeste según el cual Rumania se comprometió a dejar emigrar un cierto número de alemanes cada año. A cambio Alemania pagaba 5000 marcos alemanes por cada alemán-rumano que salía del país. Alemania en seguida les otorgaba la ciudadanía. Como consecuencia de este comercio extraño cientos de miles de alemanes rumanos emprendieron camino hacia Alemania. La mayoría de los que no consiguieron salir en aquella época se marchó después de 1989.
Los alemanes, a diferencia de los gitanos, siempre tenían adonde ir, porque Alemania los consideraba ciudadanos propios. En los años 90 el número de alemanes en Rumania se estimaba en menos de cien mil, pero desde entonces las cosas han cambiado. La perspectiva del ingreso de Rumania en la UE ha atraído inversiones y retornos. En los últimos años la ciudad de Sibiu y sus alrededores se han convertido en una oasis de prosperidad entre el abandono económico de Rumania. El alcalde de Sibiu es alemán. Las consecuencias de esta evolución todavía no están claras.

 

Conclusión: La pobreza del hombre como resultado de la riqueza de la tierra

Rumania es un país muy dotado en cuanto a recursos naturales o tierras fértiles. Sin embargo, todo eso no sirve a la población que ha sido y sigue siendo víctima de dos sistemas de expolio: del comunismo y del capitalismo.
En los tiempos comunistas la población tenía que servir para fines ajenos a su propio bienestar. Primero, en los tiempos de Estalinismo, para un ideal de autarquía, basado ante todo en la industria pesada. Después, en tiempos del COMECON, para un ideal de un camino propio, también basado en la industria, en detrimento de la industria ligera, del consumo cotidiano, y de la agricultura, como base de la alimentación. En su fase final, para el pago de la deuda externa contraída para el sueño de un desarrollo nacional.
Después del comunismo, Rumania queda reducida a un país casi colonial. Su economía sólo se puede desarrollar como apéndice de los países capitalistas que dominan el mundo: EE.UU. y la UE. Todo lo que se concede a este país es servir de fuente de materia prima y mano de obra barato, sea fuera o dentro de sus fronteras nacionales. No tiene otras perspectivas, ni siquiera como miembro de la UE.

 

Este artículo apareció de forma reducida y lígeramente cambiada (por razones de espacio) en la revista CNT nš 339 en noviembre de 2007.

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